“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”

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La frase “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32) es una de las afirmaciones más poderosas y citadas de los Evangelios, atribuida a Jesús en un contexto de enseñanza sobre la verdad y la libertad. Esta declaración ha resonado a lo largo de la historia, no solo en el ámbito religioso, sino también en el filosófico y en el espiritual. Para el cristianismo, estas palabras encierran una promesa de redención y liberación a través del conocimiento de la verdad divina. Para la masonería, un sistema filosófico y espiritual con profundas raíces simbólicas, la búsqueda de la verdad es un principio central de sus enseñanzas. Este trabajo explora el significado de esta afirmación tanto desde una perspectiva teológica como masónica, analizando cómo ambos enfoques se entrelazan en la búsqueda de la verdad y cómo esta búsqueda conduce a la auténtica libertad.

 

Contexto Teológico: La Verdad en el Cristianismo

En el Evangelio de Juan, la afirmación “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” es parte de un discurso más amplio en el que Jesús habla a los judíos que han creído en él. El contexto de estas palabras es crucial para entender su significado teológico. Jesús explica que aquellos que permanecen en su palabra son verdaderamente sus discípulos y que, al hacerlo, conocerán la verdad, la cual les concederá la libertad.

En el cristianismo, la “verdad” a la que se refiere Jesús no es simplemente un concepto filosófico o un hecho intelectual, sino una realidad viviente y personal encarnada en Cristo mismo. Según la doctrina cristiana, Jesús es la Verdad (Juan 14:6) y, por ende, conocer la verdad significa conocer a Cristo, y este conocimiento es el que libera al individuo del pecado y de la ignorancia espiritual. La libertad que se promete aquí no es solo una libertad externa o política, sino una libertad interna, una liberación del poder del pecado, la culpa y la muerte espiritual.

La teología cristiana sostiene que el pecado esclaviza al ser humano, impidiéndole vivir en la plenitud de la voluntad de Dios. La verdad de Cristo, al ser conocida y aceptada, libera al ser humano de esta esclavitud, permitiéndole vivir en comunión con Dios y en conformidad con su propósito divino. En este sentido, la libertad cristiana es una libertad espiritual, que se alcanza a través del conocimiento profundo y la aceptación de la verdad revelada por Dios en Cristo.

 

El Simbolismo Masónico: La Verdad y la Búsqueda de la Luz

En la tradición masónica, la búsqueda de la verdad es un tema central. Los masones se refieren a esta búsqueda como “la búsqueda de la luz”, una luz que simboliza el conocimiento, la sabiduría y la verdad. La masonería, que se autodenomina como una “sociedad de constructores”, utiliza la metáfora de la construcción para describir el proceso de perfeccionamiento personal y moral. Los masones se ven a sí mismos como “piedras brutas” que, a través del trabajo y el estudio, deben ser talladas y pulidas hasta convertirse en “piedras cúbicas”, es decir, individuos que han alcanzado un alto grado de conocimiento y virtud.

En este proceso, la verdad es vista como un objetivo supremo, un ideal que debe ser perseguido a lo largo de la vida. La masonería enseña que la verdad no es una posesión fácil ni inmediata, sino el resultado de un proceso continuo de estudio, reflexión y experiencia. Los ritos y símbolos masónicos están diseñados para guiar al iniciado en esta búsqueda, ayudándole a discernir la verdad de las apariencias y a profundizar en el conocimiento de sí mismo y del universo.

La “luz” que los masones buscan es, en última instancia, una metáfora de la verdad divina, aunque esta verdad no es necesariamente definida en términos teístas o dogmáticos. La masonería, al ser una institución que acoge a personas de diversas creencias religiosas, fomenta un concepto de verdad que es universal y aplicable a todas las tradiciones espirituales.

En este sentido, la búsqueda de la verdad masónica es compatible con la enseñanza de Jesús en Juan 8:32, aunque la interpretación masónica de la verdad es más inclusiva y menos específica en términos religiosos.

 

La libertad a través del conocimiento: Un puente entre la teología y la Masonería

Tanto en el cristianismo como en la masonería, el conocimiento de la verdad conduce a la libertad, aunque la naturaleza de esta libertad puede entenderse de diferentes maneras. En el cristianismo, la libertad es fundamentalmente espiritual; es la liberación del pecado y la reconciliación con Dios a través de Cristo. En la masonería, la libertad se entiende más como una liberación del error, la ignorancia y la superstición. Es una libertad que permite al individuo actuar de acuerdo con la razón y la moral, libre de las cadenas de los prejuicios y las falsas creencias.

Sin embargo, estas dos perspectivas no son necesariamente incompatibles. De hecho, pueden verse como diferentes aspectos de una misma verdad. La libertad espiritual que promete el cristianismo a través de Cristo puede interpretarse como una forma de liberación del error y la ignorancia, ya que el pecado es visto como una forma de ceguera espiritual. De manera similar, la libertad intelectual y moral que busca la masonería puede considerarse como un camino hacia la realización de la libertad espiritual.

Ambas tradiciones reconocen que el conocimiento de la verdad es un proceso gradual, que requiere esfuerzo, dedicación y humildad. En la masonería, este proceso se simboliza en los diferentes grados que el iniciado debe atravesar, cada uno de los cuales representa un mayor nivel de conocimiento y comprensión. En el cristianismo, este proceso es representado por la vida de fe, en la cual el creyente, a través de la oración, el estudio de las Escrituras y la participación en los sacramentos, profundiza en su conocimiento de Dios y de sí mismo.

 

La verdad como un ideal universal

Es importante destacar que tanto en la teología cristiana como en la masonería, la verdad no es vista como algo relativo o subjetivo, sino como un ideal universal. En el cristianismo, la verdad es objetiva porque está fundamentada en la naturaleza de Dios, quien es inmutable y perfecto. Conocer la verdad significa, por lo tanto, conocer la realidad tal como Dios la ha creado y ordenado. En la masonería, aunque el concepto de verdad es más amplio y menos específico, sigue siendo un ideal objetivo que los masones deben buscar con sinceridad y dedicación.

La búsqueda de la verdad, en ambas tradiciones, es también una búsqueda de la libertad, pero esta libertad no es un fin en sí mismo, sino un medio para vivir de acuerdo con los principios superiores de la moral y la justicia. En este sentido, la libertad es inseparable de la responsabilidad; no es simplemente la capacidad de hacer lo que uno quiera, sino la capacidad de actuar de acuerdo con la verdad y el bien.

 

La verdad como camino a la libertad

El versículo “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” encapsula una profunda verdad que resuena tanto en el cristianismo como en la masonería: el conocimiento de la verdad es esencial para la libertad. Sin embargo, este conocimiento no es fácil de alcanzar; requiere esfuerzo, sacrificio y un compromiso con la búsqueda de la luz.

Para el cristianismo, la verdad es Cristo, y la libertad que ofrece es una liberación del pecado y la muerte espiritual. Para la masonería, la verdad es un ideal que debe ser perseguido a lo largo de la vida, y la libertad que ofrece es una liberación de la ignorancia y el error. Aunque estos enfoques son diferentes, ambos reconocen que la verdad es un bien supremo y que la libertad solo se puede alcanzar a través del conocimiento de esta verdad.

Este análisis demuestra que la afirmación de Jesús en Juan 8:32 tiene un significado profundo y multifacético, que puede ser interpretado de diversas maneras dependiendo del contexto espiritual o filosófico. En última instancia, tanto la teología cristiana como la filosofía masónica nos invitan a emprender la búsqueda de la verdad con coraje y determinación, sabiendo que esta búsqueda nos conducirá, no solo a la libertad, sino también a una vida plena y significativa.