Domingo Faustino Sarmiento, polémico prócer y notable masón

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Domingo Faustino Sarmiento nació en San Juan el 15 de febrero de 1811 en un barrio humilde el Carrascal en la ciudad de San Juan, actual capital de la homónima provincia Cuyana.

Quien se convirtiera en un controvertido y brillante político, llegara a la más alta magistratura de la república entre 1868 y 1874, siendo un prolifero autor de artículos en diversos diarios, también sobresaliendo como autor de diversas novelas, destacándose entre todas, Facundo o Civilización y Barbarie (1845).

La infancia de Domingo Faustino Sarmiento

Hijo de José Clemente Quiroga Sarmiento y Funes, quien fuera un veterano de las guerras por la independencia de Argentina, y su madre Paula Zoila Albarracín Irrazábal, que había perdido muy joven a su propio padre, tuvo incluso que vender su vestuario y enseres para poder costearse una casa propia. Habiendo nacido en el seno de una familia humilde, pero con cierta vinculación a las casas más tradicionales y representativas de la ciudad, el hijo de José y Paula, Faustino comenzó su asistencia a la edad de cinco años, a la recién creada Escuela de la Patria, donde recibirá su educación sistemática durante los próximos nueve años.

Recibió la ayuda formativa complementaria de los presbíteros José de Oro y Juan Pascual Albarracín, a quienes los unía el parentesco, fue un autodidacta, curioso y ávido lector. En 1826, a los quince años, Domingo Faustino Sarmiento fundo su primera escuela en San Luis, en San Francisco del Monte de Oro. Reuniendo como alumnos a jóvenes de su misma edad e incluso mayores que el maestro; a todos ellos les contagiaría su insaciable curiosidad, su afán de aprender y su pasión por los libros.

Habiendo cumplido los dieciocho años, en 1829, Sarmiento presencio en San Juan una montonera encabezada por el caudillo Facundo Quiroga. Ese hecho cobraría una importancia decisoria en la configuración ideológica, política y literaria: el violento despotismo de los caudillos federales, y siguiendo sus ideales liberales e ilustrados, Domingo Faustino Sarmiento se unió al partido unitario, uniéndose al ejército que combatía a Facundo Quiroga, retratado años después en Facundo (1845) como encarnación de la barbarie.

Su trabajo político y periodistico

Sarmiento se vio obligado a emigrar a Chile (1831), trabajando como maestro, minero y empleado de comercio. La muerte de Facundo Quiroga (1835) y la política del gobernador de San Juan, el general Nazario Benavidez, permitieron su regreso de Chile, en 1836, la llegada de Domingo Faustino Sarmiento a su provincia, fue prolifero fundando una sociedad literaria, el colegio de señoritas y, en 1839, el periódico El Zonda.

plumas del secretario de la logia

A finales de 1940, la línea ideológica del periódico le obligó a emigrar nuevamente a Chile, donde ejerció el periodismo y cultivó la literatura. Fue redactor de El Mercurio y El Heraldo Nacional, colaboró en El Nacional y fundó El Progreso. Cultivando un amplio registro de temas que abarcaron la crítica teatral y los costumbristas. Los signos de admiración, las preguntas retóricas, la imprecación, la broma y la sátira eran las marcas estilísticas de la pasión romántica que Sarmiento volcó en sus trabajos, realizados mayormente en forma anónima, aunque varios de sus artículos aparecen firmados con el seudónimo de “Pinganilla”, nombre de un mono de circo famoso por entonces en Chile.

Durante 1842 polemizo sobre las características de la lengua castellana en América. Imbuido de las ideas románticas, Sarmiento sostuvo que el pueblo debe tener entera soberanía en materia de lengua, y que los gramáticos eran “el partido retrógrado de la sociedad habladora”.

Respondiéndole el venezolano Andrés Bello. Bello sostuvo que la causa de degradación más importante del castellano era la introducción de palabras extranjeras, sobre todo francesas, y que sólo un cuerpo de sabios estaba autorizado para establecer las leyes del lenguaje correcto, que no era tarea del pueblo ni de “románticos licenciosos”.

Polémica que se prolongó durante unos meses en diversos medios de la prensa chilena, pasó a la historia como una versión americana de las disputas intelectuales que en Europa habían sostenido clásicos y románticos acerca de cuestiones de lengua y literatura. En 1843, Sarmiento elevó un proyecto de reformas ortográficas, aprobado al año siguiente pese a las acusaciones de “afrancesado” de que fue objeto. Ese mismo año, Domingo Godoy inició una campaña en contra de la labor periodística y cultural de Sarmiento, lo que movió a éste a escribir y publicar Mi defensa, obra de sesgo autobiográfico.

En 1845 debido a su prestigio pedagógico convenció al entonces ministro, luego presidente de Chile, Manuel Montt, encomendase la tarea de estudiar sobre los sistemas educativos de Estados Unidos y Europa. Viajando por diversos países europeos y por los Estados Unidos, ya de regreso a Chile publicó Educación popular (1848), donde sostiene que la educación primaria y las bibliotecas públicas son el remedio más eficaz para combatir el atraso y la ignorancia.

Previamente, también desarrollo y publico un Método gradual de lectura con el que aprenderían a leer varias generaciones de chilenos. En 1849 recogió las impresiones de aquel periplo en el epistolario Viajes en Europa, África y América, donde mostró su entusiasmo por la democracia del sistema norteamericano, que consideró modélica. Esa misma idea inspiró en 1850 su obra Argirópolis, proyecto de una capital de los Estados Confederados del Río de la Plata.

También de 1850 es Recuerdos de provincia, una interesante autobiografía en la que Sarmiento evoca recuerdos de su infancia y presenta retratos de diversos personajes que tuvieron parte directa en la formación de la nación argentina; este relato procede por cuadros rápidos, llenos de nervio y de vigor pintoresco.

El autor encuentra, al narrar sus juegos infantiles, la psicología fresca y encantadora del niño; escribe páginas de temblorosa emoción al retratar a su madre; y con afecto singular recuerda a su maestro, José de Oro. Por su fina ironía y su franco realismo, los Recuerdos de provincia son, junto con su Facundo, su libro más vivo.

La presidencia de Sarmiento

En 1850, previendo el levantamiento de Justo José de Urquiza, Sarmiento se embarcó hacia Montevideo, desde donde pasó a Entre Ríos para ponerse al servicio del ejército rebelde. Urquiza lo nombró teniente coronel y le encomendó la redacción del boletín del ejército. Tras vencer a Rosas en la batalla de Caseros (3 de febrero de 1852), Urquiza asumió la dirección provisional de la Confederación Argentina, promulgó la Constitución de 1853 e inició su periodo presidencial (1854-1860).

Disgustado con Urquiza por creerlo orientado hacia la dictadura, Domingo Faustino Sarmiento se había expatriado voluntariamente poco después del triunfo en la batalla de Caseros. Primero viajó a Río de Janeiro y luego a Chile, donde en 1852 publicó Campaña en el Ejército Grande, libro que precipitó una violenta polémica con Juan Bautista Alberdi acerca de cómo debería regirse el país tras la caída de Rosas, la cual fue origen de Las ciento y una (colección de las cartas de Sarmiento) y de las Cartas quillotanas (colección de las de Alberdi).

A su regreso en 1855 a Buenos Aires se inició su etapa de constructor de la nueva Argentina. Domingo Faustino Sarmiento se convirtió en editor en jefe del periódico El Nacional, desempeñando sus primeros cargos políticos, concejal (1856), senador provincial (1857-1861). A partir de 1860, la vida de Sarmiento está signada sobre todo por su dedicación a la política activa. Ese año fue designado ministro del gobierno por el presidente Santiago Derqui (1860-1861); en 1862 fue electo gobernador de San Juan, y en 1864 el presidente Bartolomé Mitre (1862-1868) lo nombró ministro plenipotenciario en Estados Unidos.

Su obra para la posteridad

Durante su estadía en el país del norte, Domingo Faustino Sarmiento fue electo presidente de la República (1868-1874). El Journal des Débats de París, al conocer la elección de Sarmiento, escribió: “el pueblo argentino se honra a sí mismo eligiendo para presidente a un maestro de escuela, prefiriéndolo a un general”. A su regresó al país el 30 de agosto de 1868, asumiendo la primer magistratura el 12 de octubre del mismo año. Llevando a cabo uno de los gobiernos más fecundos que tuvo el país; durante su mandato se realizaron numerosos progresos y adelantos. Su vivencia en los Estados Unidos le aportó numerosas ideas acerca de la política, la democracia y la estructura de la sociedad.

Siendo el trabajo más notable de su presidencia su obra educativa. No sólo fundo escuelas primarias, auspició nuevos métodos de enseñanza, contrató educadores norteamericanos para instruir a los maestros; creó nuevos colegios nacionales; inauguró la Escuela Normal de Paraná e hizo llegar de Estados Unidos a maestras normales, que desarrollaron en el país una tarea educativa y formativa.

Para Sarmiento, la educación era la base de la democracia, y había que conseguir la cultura del pueblo a cualquier precio. Entre 1868 y 1874, los subsidios para la educación del gobierno central a las provincias se cuadruplicaron. Se fundaron hasta ochocientas instituciones educativas, lo que permitió acoger a cien mil nuevos alumnos.

Sarmiento impulsó asimismo la modernización general del país, promoviendo obras públicas y de infraestructura, las destinadas al transporte (líneas férreas, navegación fluvial, tranvías urbanos) y de comunicaciones (telégrafos y correos). Sin embargo, no fue un presidente popular. El país se embarcó en la Guerra de la Triple Alianza (1868-1874) contra Paraguay, y el gasto en obras e infraestructuras incrementó la inflación y el déficit público.

Fue el comienzo de una masiva inmigración proveniente de Europa, fue señalado como la causa del brote de fiebre amarilla que padeció Buenos Aires y que estuvo a punto de causar una guerra civil. Cabe señalar que todavía permanecía abierta la rivalidad entre Buenos Aires y las provincias. En 1873, Sarmiento fue víctima de un fallido intento de asesinato a cargo de dos anarquistas italianos, hermanos, que dispararon contra el coche en que viajaba. Se sospechaba que fueron contratados por el caudillo federalista Ricardo López Jordán.

Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880), Domingo Faustino Sarmiento fue designado senador por la provincia de San Juan, director de Escuelas de la provincia de Buenos Aires y ministro del Interior. Durante el mandato de Julio Argentino Roca (1880-1886) ejerció todavía el cargo de superintendente general de Escuelas y promovió la aprobación del decreto que establecía la educación gratuita (1882). En 1883 vio la luz una de sus obras más discutidas: Conflicto y armonías de las razas en América. Retirado posteriormente de la política, en 1888 se trasladó a Paraguay, en cuya capital falleció el 11 de septiembre del mismo año.

Dificilmente alcancen estas líneas para poder describir la prolífica vida de Domingo Faustino Sarmiento, uno de los más grandes próceres de la nación, pero seguramente basta para tener una idea de su grandeza.