“Y cuando se edificaba la casa, la edificaban de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro”
El Primer Libro de Reyes narra la historia de los reyes de Israel y Judá, abarcando desde el reinado de Salomón hasta la caída del reino de Israel. El capítulo 6 en particular describe la construcción del Templo de Salomón, un proyecto monumental que el rey Salomón emprendió siguiendo el mandato de su padre, el rey David, quien no había tenido la oportunidad de construirlo debido a las guerras que enfrentó durante su reinado. El Templo debía ser una morada sagrada para la presencia de Dios en Jerusalén y serviría como el epicentro espiritual y religioso de la nación de Israel.
En Reyes 6:7, se resalta un detalle único y significativo sobre la construcción del Templo: las piedras que se utilizaron ya estaban preparadas y talladas antes de ser llevadas al sitio de construcción, de manera que no se escuchó el sonido de herramientas de hierro durante la edificación. Esta especificidad en el relato apunta a un simbolismo profundo en relación con el carácter sagrado del lugar y las cualidades espirituales inherentes en la obra.
El simbolismo teológico de la construcción silenciosa
El silencio durante la construcción del Templo es un elemento clave en la interpretación teológica de este versículo. El hecho de que no se escucharan sonidos de herramientas de hierro en el lugar de construcción se ha interpretado como un símbolo de reverencia hacia la santidad del Templo. Los ruidos de martillos y hachas, que podrían considerarse parte natural de una obra de construcción, eran inapropiados en un lugar destinado a la morada de Dios. Esto subraya la pureza, la paz y la tranquilidad que deben rodear un espacio sagrado.
Además, en el contexto bíblico, los instrumentos de hierro a menudo están asociados con la guerra y la violencia. Al prohibir el uso de herramientas de hierro en la construcción del Templo, el relato bíblico parece subrayar la distinción entre lo sagrado y lo profano. El Templo de Dios debía ser construido en paz, sin el eco de instrumentos que evocaran violencia o conflicto. Este enfoque refleja un ideal de paz y santidad que contrasta con las guerras que marcaron la historia del pueblo de Israel antes del reinado de Salomón.
El Templo también puede entenderse como una imagen del ser humano, especialmente en el contexto de la espiritualidad cristiana. Así como el Templo fue construido sin el sonido de herramientas, el crecimiento espiritual del individuo debe suceder de manera silenciosa, interior y sin la interferencia de la “violencia” del mundo exterior. La edificación de la “casa interior”, el alma, requiere un proceso silencioso de reflexión, oración y transformación personal.
El simbolismo de la piedra y la construcción en la masonería
El versículo de Reyes 6:7 es particularmente resonante en el simbolismo masónico, ya que la piedra es uno de los símbolos más importantes dentro de la tradición masónica. En la masonería, los miembros se ven a sí mismos como “albañiles”, trabajando para pulir su propia “piedra bruta” hasta convertirla en una “piedra cúbica” o perfecta, adecuada para ser parte del “templo espiritual” que cada masón está construyendo en su vida.
Las piedras traídas ya acabadas al Templo en Reyes 6:7 son una representación directa del ideal masónico de perfección moral. En la masonería, el proceso de trabajo sobre uno mismo, de refinamiento moral y espiritual, se realiza antes de ser incorporado a la “construcción mayor”. Así como las piedras del Templo eran preparadas lejos del sitio de la edificación, el masón trabaja en su propia alma, en su propio perfeccionamiento, en privado, antes de contribuir al bien mayor de la humanidad y de la fraternidad.
El silencio durante la construcción también tiene un significado profundo en la masonería. El trabajo espiritual y moral del masón es a menudo comparado con un proceso silencioso, interior, que no requiere la intervención de herramientas externas o el ruido del mundo material. El masón, al igual que las piedras del Templo de Salomón, debe estar perfectamente preparado internamente antes de ser “colocado” en la estructura de la sociedad o en el Templo simbólico.
La piedra como símbolo en la Biblia y la masonería
La piedra en la Biblia tiene múltiples significados. En el caso del Templo, representa la base sólida sobre la cual se construye la fe y la morada de Dios. En la construcción del Templo de Salomón, la piedra simboliza tanto la solidez de la relación de Israel con Dios como la permanencia de los mandamientos divinos.
En el Nuevo Testamento, Cristo es llamado “la piedra angular”, lo que sugiere que todo el edificio espiritual del cristianismo se edifica sobre él. Esta referencia conecta con la simbología masónica, donde la piedra angular también es crucial. La piedra angular en la masonería simboliza la base de los principios morales y éticos sobre los cuales el masón construye su vida. Tanto en la Biblia como en la masonería, la piedra representa el fundamento firme de la vida espiritual y moral.
Convergencia entre el simbolismo teológico y masónico
El simbolismo compartido entre la construcción del Templo de Salomón y la filosofía masónica es notable. La construcción sin ruido, con piedras ya preparadas, puede interpretarse en ambos contextos como una metáfora del trabajo espiritual y moral que debe realizarse en silencio y con cuidado. La perfección de las piedras simboliza la perfección moral que cada persona, y en particular cada masón, debe esforzarse por alcanzar.
El Templo de Salomón, según la tradición masónica, es el gran símbolo del Templo ideal, que representa no solo el universo, sino también el lugar donde se unen lo divino y lo humano. La construcción del Templo se convierte en un paralelo del proceso de perfeccionamiento humano: así como las piedras deben ser pulidas y perfeccionadas antes de ser parte de la estructura del Templo, cada persona debe perfeccionarse moral y espiritualmente antes de ser parte de una comunidad justa y equilibrada.
Por otro lado, el silencio durante la construcción del Templo refleja la idea masónica de que el trabajo espiritual no necesita del ruido o la pompa del mundo exterior. Es un proceso interno, personal y profundo, que lleva a la verdadera iluminación. Este silencio es una forma de respeto y reverencia hacia lo sagrado, y un reconocimiento de que el crecimiento espiritual genuino ocurre en el corazón y en la mente, no a través de demostraciones externas.
Reflexiones sobre la construcción espiritual
El versículo de Reyes 6:7 nos invita a reflexionar sobre el proceso de construcción de nuestras propias vidas. Al igual que las piedras que se usaron en el Templo de Salomón, nuestras acciones, pensamientos y valores deben ser cuidadosamente moldeados y preparados antes de ser utilizados en la construcción de una vida espiritual sólida y significativa. El silencio y la paz que rodearon la construcción del Templo nos recuerdan que el crecimiento espiritual no es ruidoso ni violento, sino un proceso de introspección y transformación interna.
En la masonería, este proceso es continuo. Cada masón es una piedra en proceso de ser pulida, trabajando para eliminar las asperezas y las imperfecciones que lo separan de la perfección moral. Este trabajo no es fácil ni rápido, pero es esencial para la construcción de un “templo” personal que sea digno y recto.
El versículo Reyes 6:7 ofrece una rica fuente de simbolismo tanto para la teología como para la masonería. En la Biblia, la construcción del Templo de Salomón sin el ruido de herramientas de hierro refleja la santidad y la reverencia hacia el espacio sagrado, así como el ideal de paz y pureza en la relación entre Dios e Israel.
En la masonería, el simbolismo de la piedra ya preparada y el silencio durante la construcción resuena con los ideales de perfección moral, autoevaluación y crecimiento espiritual que son centrales en la filosofía masónica.
Ambos contextos subrayan la importancia del trabajo interior y el refinamiento personal antes de ser parte de una estructura mayor, ya sea el Templo de Dios o la fraternidad humana.