“Así me hizo ver: he aquí, el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil. Y me dijo el Señor: ¿Qué ves, Amós? Y yo respondí: Una plomada de albañil. Entonces el Señor dijo: He aquí, Yo pongo plomada en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más
El pasaje de Amós 7:7-8 es uno de los más poderosos y simbólicos de los profetas menores. El profeta Amós, un simple pastor y recolector de higos de sicómoros, es llamado por Dios para advertir a Israel sobre el juicio inminente. En estos versículos, Dios muestra a Amós una visión en la que Él sostiene una plomada, un instrumento de construcción utilizado para medir la rectitud de las edificaciones. Este símbolo tiene una profunda resonancia tanto en el contexto teológico como en el masónico, donde la plomada se convierte en un símbolo de juicio, equidad y moralidad.
Análisis teológico
Amós profetizó en el siglo VIII a.C., durante el reinado de Jeroboam II en Israel. Era una época de prosperidad material, pero también de gran injusticia social, corrupción y desprecio por la ley de Dios. El Reino del Norte, aunque próspero, estaba moralmente en decadencia, y las élites gobernantes explotaban a los pobres y oprimidos. Aunque Israel seguía cumpliendo ciertos rituales religiosos, su corazón se había alejado de Dios.
Amós es llamado desde Judá, el reino del sur, para advertir a Israel de su destrucción inminente si no se arrepentía. A diferencia de otros profetas, Amós no provenía de una clase sacerdotal ni profética, lo que hace que su mensaje sea aún más contundente: un hombre común, llamado a pronunciar el juicio de Dios.
La plomada: Símbolo de juicio divino
La plomada es una herramienta utilizada para asegurarse de que un muro esté verticalmente recto. En la visión de Amós, Dios está mostrando que está midiendo a Israel con el estándar de su ley y su justicia. El muro que Dios mide no es solo una estructura física, sino que simboliza la nación de Israel, que había sido “construida” por Dios para ser un pueblo santo, recto y justo. Sin embargo, la plomada revela que la estructura está torcida, es decir, que Israel ha desviado sus caminos y está en falta.
La frase “No lo toleraré más” es clave, ya que Dios declara que su paciencia ha llegado al límite. La plomada simboliza que Dios ha medido a Israel y lo ha encontrado falto de rectitud moral y espiritual. Este juicio no es arbitrario; es el resultado de la desviación consciente y continua de Israel de los caminos de Dios. La visión de la plomada marca un punto de no retorno: el juicio de Dios es inminente, y no habrá más indulgencia.
Justicia y rectitud en la teología Bíblica
El concepto de justicia en la Biblia está intrínsecamente vinculado a la rectitud moral. Dios no solo espera de su pueblo que le adoren, sino que vivan vidas justas, tratándose con equidad y amor. La plomada simboliza, entonces, no solo un estándar divino abstracto, sino la exigencia concreta de vivir conforme a los mandamientos. La corrupción de Israel, su injusticia social y su falta de misericordia hacia los más débiles son las desviaciones que han causado que el “muro” de Israel esté torcido.
Análisis Masónico
La Plomada como símbolo masónico
En la masonería, la plomada es un símbolo fundamental que representa la rectitud moral, la honestidad y el equilibrio. Al igual que en la construcción física, la plomada se utiliza para verificar si una estructura está perfectamente vertical, en la masonería se emplea como una metáfora de la construcción del carácter y la moral del individuo.
En este sentido, la plomada es el estándar por el cual el masón mide sus acciones y decisiones, asegurándose de que su vida esté alineada con los principios de la verdad, la justicia y la fraternidad.
La enseñanza masónica nos insta a ser rectos en nuestras acciones, tanto en el ámbito personal como social. Los masones son constructores simbólicos, y su trabajo consiste en “edificar” una vida de virtud, donde cada acción debe estar en equilibrio con las leyes naturales y morales. La plomada, en este contexto, se convierte en una herramienta de autoevaluación, recordándonos que debemos mantenernos fieles a los principios universales de justicia y equidad.
La rectitud moral en la masonería
La plomada tiene un significado profundo en el simbolismo masónico, especialmente en lo que se refiere a la rectitud moral. La masonería enseña que el trabajo del masón es perfeccionar su propia “piedra bruta” mediante el estudio, el trabajo y la reflexión, para llegar a ser un hombre virtuoso y justo. La plomada simboliza ese juicio constante que el masón debe hacer de sí mismo, para asegurarse de que está en el camino correcto.
En muchos ritos y grados masónicos, la plomada también está vinculada a la idea del juicio divino, no necesariamente en un sentido teológico, sino como una fuerza cósmica o natural que evalúa la conformidad del individuo con las leyes universales. El masón es llamado a erigir su propio “templo interior” de manera que esté alineado con la ley moral, tal como un edificio debe estar alineado con la plomada para ser sólido y duradero.
La Plomada y el equilibrio social
En un sentido más amplio, la plomada en la masonería también simboliza la justicia social. Los masones son exhortados a trabajar por una sociedad más justa y equitativa, donde las acciones de los líderes y ciudadanos sean rectas y equilibradas. La plomada, en este sentido, es un llamado a combatir la corrupción, la injusticia y las desigualdades, de la misma manera que Amós profetizó en contra de las injusticias cometidas por Israel. Así como Dios midió a Israel y lo encontró desviado de sus preceptos, los masones son llamados a medir la sociedad y a trabajar por su corrección.
El pasaje de Amós 7:7-8 ofrece una profunda enseñanza tanto en el ámbito teológico como en el masónico. Teológicamente, la plomada simboliza el juicio justo de Dios, quién mide a su pueblo y evalúa su conformidad con su ley. Este juicio no es meramente punitivo, sino que busca la rectificación y el retorno a la justicia. En la masonería, la plomada representa la herramienta con la que el masón mide su propia vida y acciones, asegurándose de que están en conformidad con los principios de justicia, verdad y equidad.
Ambos enfoques resaltan la importancia de la rectitud, no solo como una virtud individual, sino como un principio fundamental para la construcción de una sociedad justa y equilibrada. La plomada nos recuerda que debemos ser cuidadosos en nuestra edificación, tanto personal como colectiva, y que nuestra vida debe estar alineada con los principios universales de justicia y moralidad.