Reflexión sobre las creencias y la verdad

mandil mason

Las creencias y la verdad, ¿son antagónicas?

Creencias: (De creer) “Tener por cierto o verdad una cosa que el entendimiento no alcanza o que no está comprobada o demostrada”. Dice el diccionario

La verdad, su verdad, mi verdad, ¿cuál verdad? ¿La que crea la mente?

Observen ustedes que esta verdad o creencia, es la que cada uno tiene en un instante, y que ella cambia continuamente, de acuerdo a su estado de sentimiento (química), humor, información, emoción, dolor… medio ambiente y esto lo vivenciamos continuamente… y es relativa.

¿Las creencias atan, las creencias aíslan? Las creencias dividen, separan porque son productos de la mente. La mente está hecha para analizar, separar, dividir, razonar… pero no ama. Solo nos da placer o apego.

Las creencias mutan continuamente. La verdad cambia dinámicamente, y ¿entonces? ¿La verdad es personal?, y es tan activa que no la podemos alcanzar, ni nadie nos la puede dar, ni personas, ni instituciones, en todo caso sería la verdad de él o de ellas.

La Verdad y las creencias

No se trata de cambiar de creencias, ni de sustituir una por otra, sino de estar enteramente libres de todas las creencias “de todo fanatismo o de obsesión”, de forma que uno afronte la vida de un modo nuevo a cada minuto.

Las creencias significan pasado y le impiden ver con claridad. (Adicciones a símbolos, ideas, personas, objetos…).
La verdad, después de todo, está en tener capacidad para afrontar todas las cosas de un modo nuevo, de instante en instante, sin la reacción condicionante del pasado, para que no surja ese efecto acumulativo (MEMORIA EMOCIONAL) que obra como barrera entre uno mismo y aquello que es.

Después de todo, “una taza solo es útil cuando está vacía”; y una mente repleta de creencias, de dogmas, de afirmaciones y de citas, en realidad no es una mente creativa, y lo único que hace es repetir, COPIAR.

Y EL HUIR DE ESE MIEDO (a no sé qué, no sé cuándo, no sé cómo), -de ese miedo al vacío, a la soledad, al estancamiento, a no prosperar, a no triunfar, a no ser algo o alguien- es sin duda una de las razones por las cuales aceptamos las creencias tan ávida y codiciosamente. ¿No es así?

La mente se refugia en ellas, porque nos calma las crisis, ansiedad, angustias, depresiones, que ella misma los crea.

¿Podemos comprendernos a nosotros mismos mediante la aceptación de una creencia?

Todo lo contrario. Es obvio que una creencia, política o religiosa, impide la propia comprensión. Nos impide ver holísticamente. Vemos a través de esas creencias. Obra a modo de pantalla, a través de la cual nos observamos a nosotros mismos.

¿Y podemos observarnos a nosotros mismos sin creencias?

Si suprimimos esas creencias -las muchas creencias que uno tiene- ¿queda algo para observar?

Si no tenemos creencias con las cuales la mente se haya identificado, entonces la mente, sin identificación alguna, es capaz de observarse a sí misma tal cual es, y ahí, ciertamente, está el comienzo de la propia comprensión.

Tener consciencia, de que uno actúa dentro de la mente durante nuestras relaciones con el mundo (mente consciente). Pero también darse cuenta “que uno no es la mente, pero es su mente”. Y cada ser tiene su propia mente, su propia casa. Pero no es la casa, pero es su casa, u con ella se relaciona con el mundo.

Que una vez que despierte conciencia, de este hecho, le dará el mejor uso, para comprender y ayudar a su prójimo.

Que a la larga somos nosotros mismos. Pertenecemos al mismo colectivo humano (una única conciencia).

¡Cuántas creencias tenemos!

Ciertamente, cuanto más intelectual, cuanto más culto, cuanto más religioso –si es que puedo emplear esa palabra- una persona, menor es su capacidad de comprender. Los más reflexivos, los más despiertos, los más alerta, son tal vez los menos creyentes.

Es porque la creencia ata. La creencia aísla. Y eso lo vemos por todo el mundo, tanto en el mundo económico y político como también en el mundo religioso disfrazado de espiritualidad.

Ustedes son budistas y yo cristiano; ustedes son católicos y yo musulmán, y así sucesivamente. Pero se habla de fraternidad, amor y paz.

La realidad de los hechos es que estamos separados y divididos por las creencias. El hombre que quiere la paz y desea crear un mundo nuevo, un mundo feliz, no puede aislarse con ningún tipo de creencia. Ni ver la vida a través de esa creencia. DEBEMOS ESTAR LIBRES DE TODA CREENCIA, Y ALLÍ EMPIEZA LA LIBERTAD.

La creencia de la libertad, o la libertad de creer

 

Debemos ser libres, no para hacer lo que nos plazca, sino libres para comprender muy profundamente nuestros propios instintos e impulsos, emociones y pensamientos.

La libertad no es para hacer lo que nos antoja, sino que consiste más bien en estar libres de toda creencia fanatizada, de todo tormento de la vida, llámese preocupaciones, ansiedades, miedos, heridas psicológicas a…, ya que esto lo da la mente (como representante de su cultura); no existe más que en la mente de la persona y es mutable si es que se “dan cuenta”.
Es estar por completo libres internamente del “YO” “EL CENTRO” “EL EGO”, sin ser absorbidos por algo –ya sea un paisaje, una idea, etc… es la esencia de la belleza: es el gozo de la observación, del momento, que no juzga, ni justifica. Es estar detrás de la mente. De descubrir que tenemos mente, que la naturaleza, la vida nos la dio para usarla, y no que ella nos use a nosotros.

LA VERDAD PUEDE SER DESCUBIERTA POR CUALQUIERA DE NOSOTROS, SIN LA AYUDA DE AUTORIDAD ALGUNA; AL IGUAL QUE LA VIDA, ESTÁ SIEMPRE PRESENTE EN UN SOLO INSTANTE Y QUE EL ÚNICO TIEMPO QUE EXISTE ES EL AHORA Y SIEMPRE PRESENTE.

Practiquen la OBSERVACIÓN, (que es una percepción psicológica sin la mente), no analiza, no condena.
El analizar como método psicológico es descubrir nuevamente de manera intelectual de la causa, a través de la memoria “pero no libera la mente”.

Si observamos “lo que es”, el analizador desaparece y descubrimos que el observador es lo observado. El pensador es el pensamiento. Sin pensamiento no hay pensador. Solo existe el hecho.

Nuestra mente funciona fragmentada, dualmente (bipolar), comparándose, compitiendo.
La inteligencia no es el resultado del pensamiento. “La mente no es inteligencia”, es física repetitiva y trabaja con la memoria (el pasado).

No darse cuenta de ello, es ver con el condicionamiento, con el pasado, con la imagen, con las creencias.
“El amor, la inteligencia, la esencia del ser, está detrás de la mente. No es una cosa emociona, sentimental, romántica, fantasiosa, consoladora”.

Solo ES.