Orígenes y Fundación de la célebre Logia Lautaro

Placa masónica

En estas líneas trataremos de abordar la fundación de una de las logias más influyentes y determinantes de su época. La fundación de la Logia Lautaro. 

La historia comienza en España. Para promover los principios de la emancipación americana, don Pablo Antonio José de Olavide (1725-1808), iniciado en Francia, había organizado una Logia en 1794, bajo el disfraz de un teatro casero y que, por reunir en su seno distinguidos representantes de América Hispana, se dio en llamarla “Junta de diputados de los pueblos y provincias de la América meridional”.

Antecedentes de la Fundación de la Logia Lautaro

Militaron en esa llamada “Junta” Miranda y Nariño, venezolanos; Manuel de Salas, chileno; José del Pozo y Sucre, peruano; toda una pléyade de mexicanos; y los argentinos José Moldes, José y Francisco Gurruchaga, los Lezica, Carlos de Alvear, el Dr. Ramón E. Anchoris y muchos otros. De esta “Junta” surgirán los elementos que unos años más tarde, fundarían la Logia “Caballeros Racionales” de Cádiz.

La Logia “Caballeros Racionales” de la ciudad de Cádiz tiene muy especial interés por la cantidad de americanos que militaron en su seno.

escuadra y compas con la letra g

Fue fundada en 1804, en fecha aún no precisada. En 1808 figura entre las que componen el titulado “Gran Oriente regional de Sevilla” con el N° 7, que se encontraba en estrecho contacto con las logias inglesas existentes en Gibraltar. La Logia era considerada como cuerpo Capitular, es decir que, además de los tres grados básicos y tradicionales de la masonería simbólica, tenía adherido un Capítulo, cuerpo éste donde se trabaja en los grados llamados capitulares.

Fueron Presidentes de la logia, los argentinos José Moldes (éste por lo menos hasta el año 1808) y Carlos de Alvear.

Pertenecieron a la Logia gaditana San Martín, Zapiola, O´Higgins, Sarratea, Fray Luis de Velazco, Pueyrredón, Nicolás Cruz, Terrada, Gurruchaga, Lezica, Arguibel y Niceto Vega entre otros.

Los trabajos de la Logia se interrumpieron a raíz de la invasión napoleónica, ya que sus integrantes eran anglófilos y no afrancesados, es decir que no eran partidarios del rey José Bonaparte. Esta división en dos bandos la sufrió toda la población española y, como es lógico, repercutió en el seno de la Masonería.

Fundación de la Logia Lautaro

Al producirse la Revolución de Mayo existía en Buenos Aires una Logia que la presidía el doctor Julián B. Alvarez. Se desconoce con exactitud el nombre de la referida Logia, ya que unas veces aparece con el de San Juan y otras con el de Independencia. Dado que todas las Logias Masónicas se denominan Logias de San Juan, cabría la hipótesis de que Independencia fuera el verdadero título distintivo de la Logia y ésta fuera la misma fundada a fines del siglo XVIII.

La Logia presidida por el doctor Alvarez tiene una importancia fundamental por cuanto de entre sus miembros fueron seleccionados los próceres que secundarían a Alvear, San Martín, Zapiola y demás masones viajeros que llegaron en la fragata George Canning, triángulo básico para la fundación de la Logia Lautaro de Buenos Aires.

La Logia Lautaro fijaba la aspiración reivindicadora en lo territorial para derivar, naturalmente, en lo político. Ya desde su fundación, los miembros de la Logia, comenzaron a sentir la proclividad dictatorial del Triunvirato, o mejor dicho, de su cerebro y nervio, Bernardino Rivadavia.

La Logia Lautaro fue fundada en 1812 y sus integrantes formaron posteriormente las lautarinas o lautarias de las ciudades de Santa Fe, Córdoba y Mendoza en la Argentina, de Santiago de Chile y de Lima, Perú.

Además de las Logias lautarinas, durante las guerras de la independencia hubo sendas logias en el Ejército de los Andes y en el Ejército del Norte, la primera presidida por el Libertador y la segunda por Belgrano.

El general Belgrano fundó además la Logia Argentina de la ciudad de Tucumán, denominada posteriormente Unidad Argentina y que trabajó con Carta Constitutiva otorgada por la Masonería de Nueva Granada.

El nombre de Lautaro, encerraba una simbología al evocar al caudillo de Arauco (Leutaru o Leuteru en su lengua), que a mediados del siglo XVI se levantó una y otra vez en Chile contra la dominación española hasta que, vencido, fue acuchillado, paseándose su cabeza en una pica por las calles de Santiago.

No era hombre vulgar este indígena que dictó a Alonso de Ercilla algunos de los mejores cantos de la “Araucana”.

¿Qué mejor advocación para la logia cuyo fin era luchar por la reivindicación de lo criollo dentro de la pasión por la libertad?.

Según el masón Vicente Fidel López, en su libro “Historia de la República Argentina”, el nombre “Lautaro” tenía una connotación mucho más precisa.

san martin legislatura

No fue, como generalmente se ha creído, un título de ocasión sacado al acaso de la “Leyenda Araucana de Ercilla”, sino una “palabra” intencionalmente masónica y simbólica, cuyo significado específico no era “guerra a España” sino expedición a Chile: secreto que sólo se revelaba a los iniciados al tiempo de jurar el compromiso de adherirse y consagrarse a ese fin.

El autoritario Triunvirato, convencido de que contaba con la fuerza para imponer arbitrariamente sus decisiones sobre la opinión pública, era un obstáculo insalvable para la Logia, y debía ser derrocado.

La Logia, que había logrado la adhesión de los jefes militares por el prestigio de San Martín y de Alvear, apoyó firmemente a la Sociedad Patriótica y contribuyó con eficacia a la caída del primer Triunvirato con la revolución del 8 de Octubre de 1812.

En muy pocos meses, la Logia obtuvo su primer objetivo, adquiriendo el poder político que necesitaba para llevar adelante sus proyectos de independencia continental ya enunciados en el Plan Revolucionario de Operaciones.

Esa idea de unidad sudamericana era algo más que un mero deseo. Era un propósito formal, un compromiso contraído por los americanos vinculados a la Logia “Caballeros Racionales”.

En esa misma línea estaba la Logia Lautaro, y es imprescindible comprender ese punto de partida si se quiere entender la acción de San Martín en el Río de la Plata, Chile y Perú, como también sus relaciones con Simón Bolívar, empeñado en idéntica causa.

Resulta de interés conocer algunos aspectos del trabajo de Emilio Gouchón (1860-1912), quien fuera Gran Maestre y Gran Comendador del Grado 33, referidos a “La Organización Masónica en la Independencia Americana”.

Del trabajo de Gouchón se desprende que la Lautaro era una logia operativa y no simbólica o contemplativa. Es decir, mientras las logias simbólicas funcionan como centros iniciáticos (en términos más sencillos, de estudio y formación personal), las operativas son creadas con un fin y objeto determinado, en este caso, lograr la Independencia.

Las logias operativas, pueden o no funcionar sujetas a una Obediencia, con o sin Carta Constitutiva, pero desarrollan su actividad dentro de un período de tiempo determinado, cesando luego en su acción.

Ya la Independencia triunfante, se destaca la “Sociedad Patriótica y Literaria”, fundada por Bernardo de Monteagudo, vocero, con su periódico “Mártir o Libre” y que terminaría siendo la voz potente de la Logia Lautaro.

Según su constitución, cuando alguno de los Hermanos fuese elegido para el Supremo Gobierno del Estado, no podría tomar por sí resoluciones graves sin consultar a la Logia, salvo las deliberaciones del despacho ordinario.

Con sujeción a esta regla, el gobierno desempeñado por un Hermano no podía nombrar por sí enviados diplomáticos, generales en jefe, gobernadores de provincia, jueces superiores, altos funcionarios, eclesiásticos, ni castigar por su sola autoridad a ningún Hermano.

Era ley auxiliarse mutuamente en todos los conflictos de la vida civil, sostener a riesgo de la vida las determinaciones de la Logia y darle cuenta de todo lo que pudiera influir en la opinión o seguridad pública.

La revelación del secreto de “la existencia de la Logia…tenía pena de muerte por los medios que se halle conveniente…”.

Tal expresa Mitre en su “Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana”, pero añade, que “esa conminación, reminiscencia de los misterios del Templo de Isis y copiada de las constituciones de la Logia matriz de Miranda “Caballeros Racionales”, sólo tenía un alcance moral…”.

La logia Lautaro

La Logia Lautaro contribuyó eficazmente a dar tono y rumbo fijo a la revolución, a centralizar y dirigir las fuerzas gubernamentales, dando unidad y regularidad a las evoluciones políticas y vigoroso impulso a las operaciones militares con sujeción a un plan preconcebido, para imprimir mayor energía en los conflictos; para suplir en algunos casos la deficiencia de los hombres y corregir hasta cierto punto los extravíos de una opinión fluctuante, inspirando en momentos supremos medidas salvadoras, que la Revolución ha reivindicado como glorias suyas.

La Lautaro fue una logia masónica operativa. Los escritores e historiadores masónicos se hacen los desentendidos sobre esta caracterización o velan el tema, con multitud de historias. A principio de este siglo, el Gran Maestre Emilio Gouchón lo había señalado, pero su descripción fue luego diluida, incluso por otros autores masónicos.

¿Por qué ocurrió esta situación?. Por varias razones. La base de la masonería son las logias simbólicas. Los masones dicen que en ellas no se puede discutir sobre religión y política. Desde luego que se habla allí, todo el tiempo, de política o de religión. Lo que quiere decir ese antiguo lindero masónico es que no puede haber logias de un partido determinado o de una confesión religiosa o formación filosófica excluyente.

Las logias masónicas (simbólicas) practican el librepensamiento y apuntan al pluralismo de sus integrantes. Por eso, la masonería no es ajena a la realidad de su tiempo. No mira pasar los hechos sino que trata de influenciar en los mismos. Lo contrario es literatura para cándidos.

Pero esa participación masónica desde el siglo XIX se ha realizado a través de logias o talleres operativos cuya característica es la de tener una vigencia determinada en el tiempo, que se mide en relación con el cumplimiento del objetivo. Son, por lo tanto, excepcionales.

Plaza José de San Martín, el gran iniciado masón

Iniciación de José de San Martín

A principios de 1808, en fecha aún no precisada, siendo San Martín edecán del general Francisco María Solano, marqués del Socorro, capitán general de Andalucía, fue iniciado masón en la Logia Integridad, de Cádiz, logia masónica de la que el marqués era el Venerable Maestro. Posteriormente se afilió a la Logia Caballeros Racionales N° 3 de la precitada ciudad y en dicha logia masónica recibió el tercer grado de la masonería simbólica, o sea el de Maestro Masón, el 6 de Mayo de 1808.

El día 24 de Mayo de ese año, San Martín, de incógnito, se ausentó a Sevilla, desconociéndose con exactitud las demás actividades masónicas que desarrolló en la península, pero se sabe que al ser requeridos sus servicios para la libertad de la Patria que lo vio nacer, recibió la ayuda financiera necesaria para trasladarse a Londres por intermedio de Sir Charles Stuart, agente delegado en España de la “Gran Reunión Americana” de Londres, fundada por Miranda.

Una vez llegado a la capital británica, donde permaneció cuatro meses, participó de la fundación da la Logia Caballeros Racionales N° 7, de Londres. En esa ciudad fue acogido fraternalmente por uno de los más prominentes miembros de la Masonería londinense, Lord Macduff, conde de Fife, quien arregló asimismo los pormenores de sus viaje a Buenos Aires.

De este modo, San Martín llegó a bordo de la fragata “George Canning”, junto con los oficiales Alvear, Zapiola, Holmberg, Chilavert, Vera Arellano y otros, todos ellos iniciados en Europa en distintas Logias Masónicas.

Ya en Buenos Aires los viajeros se pusieron en contacto con el doctor Julián B. Alvarez, presidente de la Logia Independencia, quien los orientó en sus primeros pasos introduciéndolos en la sociedad porteña y facilitándoles los elementos que los ayudarían en la formación de la Logia Lautaro, cuyo primer presidente fue Alvear.

Era costumbre utilizar un seudónimo (nombre simbólico) con el cual velaban su verdadera identidad despistando a la policía y a los posibles infiltrados. San Martín era reconocido entre los cofrades de la Logia Lautaro con el nombre de “Hermano Inaco”.

Hoy en día solo quedan logias de referencia a Lautaro. Bajo la jurisdicción de la Gran Logia de la Argentina funcionan en la actualidad las logias Lautaro N° 167 de la Capital Federal y Lautaro de Mendoza N° 368.