La Masonería y La Religión

Una pregunta muy recurrente de quienes suelen indagar sobre la masonería es si esta, la masonería, es una religión o algún tipo de secta religiosa o mística. Aquí analizaremos la relación entre la Masonería y la religión.

Es en el imaginario colectivo donde esta pregunta se arraiga a sin fin de teorías conspirativas o bien, grupos religiosos que intentan demonizar o estigmatizar a la masonería y en particular a los masones asociándolos a prácticas religiosas o místicas y sobre todo a su supuesta adoración al “Diablo”.

Nada de esto es cierto o mejor dicho, el deseo de saber sin saber nos lleva a conjeturar alguna verdad basada en lo que vemos, y es que la masonería se rige esencialmente y estrictamente por símbolos y alegorías. Es por ello que es bueno aclarar sobre las bases de la razón y la historia documentada cuál es la relación que lleva atada a la religión y a la masonería.

Para comenzar, como ya hemos indicado en artículos anteriores, La Masonería es una institución Filosófica, Filantrópica y progresista, cuyo máximo objetivo es estimular el perfeccionamiento moral e intelectual de los hombres y pueblos; o – más escuetamente – es una escuela formativa de hombres.

¿Es la masonería una religión?

Sin embargo, podemos ahondar y decir que es lo que no es la masonería; no es un partido político, ni un sindicato, tampoco es una religión, ni una secta, y ni una sociedad secreta, en la actualidad, aunque naturalmente tenga sus secretos o cuestiones reservadas particulares como cualquier otra institución, es más bien discreta. No es una doctrina Filosófica, aunque en sí adopta reflexiones personales de masones ilustres o bien los estudios de estos respecto a los principios de las personas y las cosas en el mundo, como lo hicieron los masones Lessing, Fichte, Herder, Goethe o Krause. En la historia hay personalidades eclesiásticas e incluso Papas que han pertenecido a la orden en sus diferentes ritos o a alguna orden iniciática.

Podemos acertar cuando decimos de manera mas resumida que los masones son un cuerpo que intenta unir a los hombres en torno a valores comunes de tolerancia y fraternidad. Estas prácticas requieren ordenamiento y un basamento razonable y es por ello que la masonería recurre al punto en común entre las personas para lograr la unidad, recurre a la filosofía y al respeto por las creencias, siempre que no inciten al odio y fomenten la tolerancia y el respeto al libre pensamiento.

Pero es verdad sí, que la masonería moderna, o mejor dicho la masonería especulativa, arraiga sus orígenes en personas de profundas prácticas judeo-cristianas y es allí donde se pueden aclarar ciertas cuestiones para poder separar la religión de la masonería, que en sí cada palabra acarrea su significado, en ocasiones antagónico y en momentos cercanamente fraterno.

Es importante entender que en más de una ocasión las grandes logias han tenido que refrendar o refutar su concepto de existencia, es decir, han tenido que decir o definir que es la masonería y porque existen en sí mismos y de esto ha surgido una de las más frecuentes respuestas oficiales; “La verdadera masonería es una práctica ritualizada para conservar y extender la creencia en la existencia de Dios, para ayudar a los masones a regular su vida y su conducta en los principios de su propia religión, cualquiera que esta sea: cristianismo, budismo, islamismo; pero esta debe ser una religión que tenga un libro sagrado sobre el cual pueda el iniciado prestar juramento”.  Carta de la gran Logia de Inglaterra a la Gran Logia de Uruguay.- 1950

Dogma, filosofía y libertad

Esta declaración no presupone un dogmatismo tal como se intenta hacer creer, aunque los dogmas son en razón, una de las especialidades de estudios de muchas de las corrientes de la masonería. Esto se debe a que los dogmas no pueden sobreponerse sobre las condiciones de dignidad, igualdad y romper con la idea de fraternidad que une a los hombres, y allí a diferencia de cualquier religión que da por supuesto que todos sus miembros aceptan por verdad la supremacía el objeto sobre el sujeto.

La masonería propone el debate basado en la razón, en la tolerancia, el respeto a las ideas y el amor fraterno, desde su representante democráticamente elegido hasta el más reciente iniciado en estos asuntos, tiene voz y voto, pero sobre todo respecto a la opinión, incluso la más básica, la de en que creer.

Esta posición donde muchas religiones sugieren la imposición de un dogma, en la masonería se propone la discusión sobre la moral real que la práctica de estos dogmas implican y el bien que pueden proponer para la sociedad. No se trata de la moral de la censura, sino de lo que se es consuetudinariamente correcto, del respeto irrestricto a las libertades, que impulsen la igualdad, la fraternidad y la libertad.

Quizás por eso hay corrientes filosóficas que ha constituido escuelas de la filosofía que parecieran ser masónicas, pero no, porque fueron ideas u opiniones de masones que comprendieron cuál es el origen del progreso, que no es otra cosa que la educación en la cultura del debate respetuoso que da origen a las buenas costumbres.

Así afirmamos que no existen filosofías masónicas en sí, y que la masonería no es una religión, son sus miembros libres que deciden y eligen las prácticas que los eleven en espíritu e iluminación para comprender su lugar en la sociedad, su rol como benefactor de sus iguales y la promoción de esa igualdad entre todas las personas.

La relación de la masonería con las religiones

La masonería no es una religión, ni una secta; no obstante, las religiones la han señalado como parte de sus enemigos preferidos. Durante todo el siglo XVIII y XIX fueron cercanos a 400 documentos contra la masonería y varios fueron los Papas repudiaron a las personas que se sumarán a la masonería. Clemente XII, en “In eminenti”, había condenado a la masonería. Más tarde, León XIII, en su encíclica “Humanum genus”, de 20 de abril de 1884, la calificaba de organización secreta, enemigo astuto y calculador, negadora de los principios fundamentales de la doctrina de la Iglesia.

Más adelante, En el canon 2335 del Código de Derecho Canónico de 1917 establecía que “los que dan su nombre a la secta masónica, o a otras asociaciones del mismo género, que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”. Los motivos que argumentaba la Iglesia católica para su condena a la masonería eran fundamentalmente: el carácter secreto de la organización, el juramento que garantizaba ese carácter oculto de sus actividades y los complots perturbadores que la masonería llevaba a cabo en contra de la Iglesia y los legítimos poderes civiles.

La pena establecía directamente la excomunión, estableciéndose además una pena especial para los clérigos y los religiosos en el canon 2336. Las consecuencias de la excomunión incluían, por ejemplo, la privación de la sepultura eclesiástica y de cualquier misa exequial, de ser padrinos de bautismo, de confirmación, de no ser admitidos en el noviciado, y el consejo -en este caso a las mujeres- de no contraer matrimonio con masones, así como la prohibición al párroco de asistir a las nupcias sin consultar con el Ordinario.

A partir de la celebración del Concilio Vaticano II, un incipiente diálogo entre masones y católicos hizo que la situación comenzara a cambiar.

Algunos Episcopados (de Francia, Países Escandinavos, Inglaterra, Brasil o Estados Unidos) empezaron a revisar la actitud ante la masonería; por un lado, revisando desde la historia los motivos que llevaron a adoptar a la Iglesia su actitud condenatoria, tales como su moral racionalista masónica, el sincretismo, las medidas anticlericales promovidas y defendidas por masones; y, por otro lado, se cuestionó que pudiera entenderse a la masonería como un solo bloque, sin tener en cuenta la escisión entre masonería regular, ortodoxa y tradicional, religiosa y apolítica aparentemente, y la segunda, la irregular, irreligiosa, política, heterodoxa.

En el año 1981 la Iglesia volvió a ratificar la excomulgación a la masonería.

El Islam también condenó a la masonería, sus críticas se basan en el secretismo, en promocionar el ateísmo, promocionar las revoluciones, acusarla de ser una organización judía, y que sus máximos dirigentes judíos tienen influencias financieras y reclutan empresarios para sus fines. Todas falsas acusaciones.

Por oposición, la masonería cree en el Gran Arquitecto del Universo, cada uno de sus miembros le otorga ese lugar según su posición, Dios, Alá, la Ciencia, Jehová, Buda, etc. Por lo cual, la masonería no es anticlerical, o anticatólica. Es antes que nada, librepensadora, es metódica, ritualistica, iniciática. No es voluntad de la masonería estar en contra de nadie, sino propender a la Libertad, a la Igualdad y a la Fraternidad de los hombres.

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