“En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que les he dado a elegir entre la vida y la muerte, y entre la bendición y la maldición. Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes”
El pasaje de Deuteronomio 30:19 plantea una de las declaraciones más profundas sobre el libre albedrío, la responsabilidad moral y la conexión espiritual entre el ser humano y lo divino. Dios, hablando al pueblo de Israel, les ofrece una decisión fundamental: elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Este versículo no solo tiene implicaciones teológicas, sino también un fuerte simbolismo que puede ser analizado desde perspectivas filosóficas, éticas y masónicas.
Contexto histórico y teológico
El libro de Deuteronomio recoge los discursos finales de Moisés antes de que el pueblo de Israel entre en la Tierra Prometida. En este punto, Moisés recuerda la alianza entre Dios e Israel, destacando la importancia de la obediencia a los mandamientos como camino para prosperar. “Escoge, pues, la vida” es una exhortación a optar por una existencia en armonía con los valores divinos, evitando el camino que lleva a la ruina espiritual y material.
La referencia a “vida” y “muerte” no solo implica aspectos físicos, sino también una dimensión espiritual. Elegir “la vida” es optar por una conexión plena con Dios, mientras que la “muerte” simboliza la separación de Él.
Análisis simbólico desde un enfoque masónico
El pasaje refuerza la idea de que cada individuo tiene la capacidad de elegir su camino. Desde un punto de vista masónico, esto refleja el principio fundamental del libre albedrío: el hombre, como arquitecto de su destino, es responsable de sus elecciones y de las consecuencias que estas generan. En el camino iniciático, el masón debe decidir entre la luz (vida, conocimiento, virtud) y la oscuridad (ignorancia, vicio, egoísmo).
El contraste entre vida y muerte, bendición y maldición, simboliza la dualidad inherente al universo. En la masonería, esta dualidad se representa en los símbolos del blanco y negro, la columna J y B, o la luz y la oscuridad. La elección de “la vida” representa el compromiso de trascender la dualidad y buscar la armonía a través de la sabiduría y el equilibrio.
En el contexto masónico, “escoger la vida” puede interpretarse como la decisión de construir un templo interior basado en los valores de la virtud, la justicia y la fraternidad. Este pasaje bíblico resuena con la tarea del masón de labrar su piedra bruta, eliminando los aspectos negativos de su carácter para alcanzar un estado de perfección.
La invitación a elegir “la vida” se enmarca en el contexto de una alianza entre Dios e Israel. En la masonería, los juramentos y pactos desempeñan un papel central como expresión de compromiso con los ideales universales. Este acto no es una mera formalidad, sino un recordatorio de la conexión entre el individuo y lo trascendente.
“Escoge, pues, la vida” es una llamada a dirigirse hacia la luz, que en la tradición masónica simboliza el conocimiento, la verdad y el amor fraternal. La vida, en este sentido, no es solo la existencia biológica, sino la elección consciente de un camino de mejora constante y elevación espiritual.
Reflexión ética y filosófica
Desde una perspectiva ética, el pasaje plantea una pregunta esencial: ¿cómo elegimos la vida en nuestra cotidianidad? Elegir la vida significa actuar con responsabilidad, promover el bien común y vivir en armonía con los principios universales. Filosóficamente, el versículo dialoga con ideas de autores como Jean-Paul Sartre, quien sostiene que la libertad está inseparablemente ligada a la responsabilidad, y con Kant, para quien la moralidad se basa en la elección racional del deber.
El acto de elegir también conlleva un profundo componente psicológico. Según Viktor Frankl, incluso en las circunstancias más adversas, el ser humano conserva la libertad de elegir su actitud. “Escoge, pues, la vida” resuena con esta idea, invitando a superar las adversidades a través de una decisión consciente y orientada hacia el bien.
Deuteronomio 30:19 “En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que les he dado a elegir entre la vida y la muerte, y entre la bendición y la maldición. Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes” es más que una exhortación religiosa; es una declaración universal sobre el poder transformador de la elección. En el marco masónico, este versículo invita a reflexionar sobre la responsabilidad individual, el compromiso con los valores universales y la construcción de una vida significativa. Elegir “la vida” no es solo optar por la existencia, sino por el camino de la virtud, el aprendizaje y la iluminación espiritual.