La ética como piedra angular de la masonería

“Lo malo es malo incluso si todo el mundo lo está haciendo; lo correcto es correcto incluso cuando nadie lo está haciendo” 

Esta máxima, de profundas raíces éticas, filosóficas y espirituales, resuena como una enseñanza universal que atraviesa los tiempos y culturas. Desde una perspectiva masónica, representa un recordatorio ineludible de la necesidad de mantenerse fiel a los principios de la virtud, la justicia y la verdad, independientemente de las circunstancias externas o las presiones de la mayoría.

La ética como piedra angular de la masonería 

En la tradición masónica, la ética no es solo una serie de normas abstractas; es una práctica diaria que busca la mejora constante del individuo y la sociedad. La frase en cuestión se alinea con el principio masónico de actuar conforme a la “rectitud moral”, aún en soledad.

La regla de oro de la masonería, que insta a tratar a los demás como uno quisiera ser tratado, encuentra un eco directo en esta máxima. Es un llamado a buscar la verdad y la justicia, no por aprobación social, sino por convicción interna. Así, lo correcto no depende de la aceptación externa, sino de la fidelidad a los principios universales.

El desafío del conformismo y la normalización del mal 

La frase nos enfrenta a una realidad incómoda: lo malo, cuando es repetido y aceptado colectivamente, se vuelve aparentemente “normal”. La historia está llena de ejemplos donde el mal se ha justificado en nombre de la tradición, el poder o la mayoría:

  1. La esclavitud: En muchas sociedades antiguas, fue normalizada durante siglos, pese a su inherente inmoralidad.
  2. La discriminación de género: Las estructuras patriarcales, durante milenios, justificaron la exclusión de las mujeres en nombre de normas “culturales”.
  3. El autoritarismo: Regímenes opresores han sido sostenidos por sociedades que prefirieron la comodidad del silencio al riesgo de la resistencia.

En cada caso, los individuos que se levantaron contra estas prácticas fueron vistos como disidentes o incluso herejes. Sin embargo, como lo demuestra la historia, lo correcto no necesita la aprobación de las masas para ser válido. La masonería nos enseña a trabajar como “piedras vivas” en la edificación de un mundo más justo, enfrentando estas normalizaciones con valentía.

La soledad moral del buscador de la verdad 

El concepto masónico de la “búsqueda de la luz” implica caminar muchas veces en soledad. Decidir hacer lo correcto cuando nadie más lo hace es un acto profundamente masónico, que demanda:

  1. Coraje: El valor de desafiar a la mayoría y mantenerse firme en los principios.
  2. Discernimiento: La capacidad de diferenciar entre lo que es popular y lo que es correcto.
  3. Compromiso: La perseverancia para actuar conforme a los ideales, incluso en circunstancias adversas.

Los grandes reformadores y pensadores, desde Sócrates hasta Mahatma Gandhi, han ejemplificado este principio, demostrando que la verdad y la virtud no son producto del consenso, sino de la integridad.

Lo correcto como el camino del iniciado 

En la masonería, lo correcto se asocia con la alineación con los principios universales: verdad, justicia y amor fraternal. Estos principios son representados simbólicamente en las herramientas del arte masónico, como la escuadra y el compás:

  • La escuadra nos recuerda que debemos actuar con rectitud en nuestras acciones.
  • El compás simboliza la moderación y el equilibrio, marcando los límites de nuestras pasiones y deseos para actuar con justicia.

El iniciado masón se compromete a ser un ejemplo vivo de estos principios, actuando conforme a lo correcto, incluso si esto significa ir en contra de las corrientes predominantes.

El mal como ausencia de luz 

Desde una perspectiva filosófica y masónica, el mal no es una entidad en sí misma, sino una ausencia de luz, entendida como conocimiento, verdad y virtud. En un mundo donde lo malo prevalece, la tarea del masón es actuar como portador de luz, iluminando las sombras de la ignorancia y el egoísmo.

La frase también nos recuerda que el mal prospera cuando los justos permanecen inactivos. Cada vez que un individuo elige no actuar frente a la injusticia, contribuye a su perpetuación.

“Así, el silencio frente al mal es una forma de complicidad, un concepto que la masonería rechaza profundamente”

La relevancia contemporánea del principio 

En el mundo moderno, la lucha entre lo correcto y lo incorrecto toma nuevas formas:

  • La desinformación: En la era de las redes sociales, la verdad es a menudo eclipsada por narrativas falsas pero populares.
  • La corrupción: En muchas sociedades, la corrupción se ha normalizado como una “práctica aceptable”.
  • El consumismo: El predominio de valores materiales sobre los espirituales ha distorsionado las prioridades humanas.

En este contexto, la frase “lo malo es malo incluso si todo el mundo lo está haciendo” actúa como un faro moral, recordándonos la importancia de mantenernos firmes en nuestros principios.

El masón como constructor de un mundo mejor 

El objetivo último de la masonería es la edificación de un “templo ideal” que simboliza una sociedad justa y equilibrada. Para lograrlo, cada masón debe trabajar en su propia “piedra bruta”, es decir, su carácter y acciones. Esto incluye:

  • Ser un ejemplo de integridad en un mundo corrupto.
  • Educar y guiar a otros hacia la luz de la verdad.
  • Resistir las presiones de la conformidad cuando estas atentan contra los principios éticos.

La frase en cuestión se convierte, entonces, en una guía práctica para el masón en su tarea de ser un faro de luz y esperanza en un mundo que a menudo pierde el rumbo.

El valor de la rectitud en soledad 

Lo malo es malo incluso si todo el mundo lo está haciendo; lo correcto es correcto incluso cuando nadie lo está haciendo” no es solo una declaración ética; es un llamado a la acción. Desde una perspectiva masónica, esta máxima nos insta a vivir conforme a nuestros principios, recordándonos que la verdadera grandeza radica en actuar con virtud, incluso cuando esto signifique caminar solos.

La masonería, en su búsqueda por la verdad y la perfección humana, encuentra en esta frase un reflejo de su propósito más elevado: formar individuos que sean ejemplos de rectitud, luz y justicia, capaces de transformar el mundo no con palabras, sino con acciones.

“Así, el masón encarna el ideal de que la virtud, aunque rara, siempre será la piedra angular de una vida verdaderamente significativa”