La frase encierra una profunda invitación a la introspección, al descubrimiento continuo y a la apertura mental hacia nuevas percepciones. Desde una perspectiva filosófica y masónica, esta sentencia no solo invita a la observación del mundo exterior, sino también a una reflexión interna sobre los significados más profundos y ocultos de nuestras experiencias y conocimientos.
El primer nivel de la frase: Mirar vs. Ver
Lo primero que destaca en la frase es la distinción entre “mirar” y “ver”. En el lenguaje común, estos dos términos a menudo se utilizan como sinónimos, pero filosóficamente, tienen connotaciones diferentes. “mirar” implica una observación superficial, una mera captación sensorial del entorno. Se refiere a lo que los ojos perciben de manera directa, sin un análisis profundo o una reflexión significativa. En cambio, “ver” implica un proceso de comprensión y discernimiento más profundo. Ver es comprender el significado detrás de lo que se observa, percibir no solo los detalles visibles, sino también el contexto, la esencia, el significado oculto y las relaciones subyacentes.
Desde la mirada masónica, este concepto refleja el proceso de la iniciación. El masón, cuando ingresa a la fraternidad, comienza un camino en el que está llamado a aprender a “ver” más allá de lo que “mira”. En los rituales masónicos, los símbolos, las herramientas y las enseñanzas están a la vista de todos, pero su verdadero significado solo puede ser aprehendido por aquellos que están dispuestos a mirar más profundamente y a tratar de ver lo que no es inmediatamente evidente.
La plomada, el compás, la escuadra, la piedra bruta y la piedra pulida son ejemplos claros de este proceso en la masonería. Aunque son herramientas simples a primera vista, están cargadas de simbolismo que solo se revela a aquellos que han aprendido a ver más allá de su apariencia superficial. Este principio nos recuerda que la realidad es compleja y que la comprensión profunda de la vida y de nosotros mismos solo es posible a través de un proceso continuo de observación crítica y reflexión.
El proceso de despertar de la conciencia
El segundo aspecto fundamental de la frase es la idea de aprender a “ver lo que no viste”. Aquí se nos invita a trascender nuestra primera impresión de las cosas, a descubrir lo que está oculto o lo que se ha escapado de nuestra atención en una observación inicial. Este proceso es esencialmente un llamado al despertar de la conciencia.
Para la filosofía masónica, el proceso de iniciación simboliza el despertar de una nueva conciencia. El neófito, al entrar en la Orden, comienza un camino de conocimiento y autoconocimiento que lo lleva a una comprensión más profunda de sí mismo y del universo. Esta búsqueda de lo oculto, de lo que no es evidente a primera vista, es central en la enseñanza masónica. La Luz, uno de los símbolos más importantes en la masonería, representa precisamente esa revelación de lo que estaba oculto, ese acceso a un conocimiento más elevado y a una verdad más profunda que no puede ser vista por aquellos que solo se quedan en la superficie.
La noción de ver lo que antes no era visible también está profundamente conectada con el concepto filosófico de la “aletheia”, un término griego que significa “desocultamiento” o “desvelamiento”. Según la filosofía de Martin Heidegger, la verdad no es simplemente una correspondencia con la realidad, sino un proceso de revelación en el que lo oculto se desvela. En este sentido, la frase “ver lo que no viste” es una invitación a participar en ese proceso de desvelamiento, en el cual se descubren capas más profundas de significado que antes estaban veladas.
La reflexión masónica: Simbolismo y revisión constante del conocimiento
La masonería, como institución especulativa, nos invita a revisar continuamente nuestras percepciones, nuestras ideas y nuestros conocimientos previos. El aprendiz masón, al comenzar su camino, no solo aprende nuevos símbolos y enseñanzas, sino que también es llamado a reinterpretar lo que ya conocía desde una mirada nueva. En este sentido, la frase “aprende a mirar lo que ya miraste” cobra un significado especial en el contexto masónico. No se trata simplemente de adquirir nuevo conocimiento, sino también de revisar y reevaluar lo que ya conocemos a la luz de nuevas experiencias y aprendizajes.
El proceso de construcción del “templo interior”, que es una de las metáforas más poderosas en la masonería, implica un trabajo constante de autoperfeccionamiento. Este trabajo no se limita a la adquisición de nuevos conocimientos, sino que también implica una revisión crítica de nuestras creencias, valores y actitudes previas. En este sentido, el masón es llamado a mirar nuevamente su propia vida y su propio carácter, y a ver lo que antes no había visto: defectos que deben ser corregidos, virtudes que deben ser cultivadas, y potencialidades que deben ser desarrolladas.
El conocimiento como proceso continuo: El camino iniciático
Desde un punto de vista filosófico, la frase también nos enseña que el conocimiento es un proceso continuo y nunca estático. Esto resuena profundamente con el ideal masónico del camino iniciático. En la masonería, el proceso de iniciación no es un evento que ocurre una sola vez, sino un viaje constante hacia la iluminación. Cada etapa del camino iniciático abre nuevas puertas hacia el conocimiento y la comprensión, pero también nos invita a volver sobre nuestros pasos y revisar lo que ya hemos aprendido desde una nueva perspectiva.
Platón, en su “Alegoría de la Caverna”, nos habla de los prisioneros que solo ven sombras en la pared de una cueva, creyendo que esas sombras representan la realidad. Cuando uno de ellos es liberado y ve la luz del sol por primera vez, se da cuenta de que las sombras no eran más que un reflejo distorsionado de la realidad verdadera. Sin embargo, este prisionero liberado no puede limitarse a ver la luz del sol; debe regresar a la cueva y reinterpretar lo que antes miraba, ahora con una comprensión más profunda. Este es el proceso que la frase “aprende a mirar lo que ya miraste” nos invita a realizar: volver sobre nuestras viejas ideas y percepciones, pero con una conciencia renovada y una comprensión más elevada.
En la tradición masónica, este proceso de revisar constantemente el conocimiento está simbolizado por la piedra bruta y la piedra pulida. El masón, al comenzar su camino, es como una piedra bruta que necesita ser trabajada y refinada. A medida que progresa en su viaje, no solo adquiere nuevas herramientas y conocimientos, sino que también debe volver a pulir las partes de sí mismo que antes no había visto como defectuosas. Este proceso de refinamiento personal es interminable, al igual que el proceso de adquisición y revisión del conocimiento.
El desafío de ver lo invisible: El misterio de la vida
La frase también nos plantea un desafío interesante: ver lo invisible, lo que antes estaba oculto o fuera de nuestra capacidad de percepción. En la filosofía masónica, el concepto de lo oculto y lo invisible es central.
El conocimiento masónico no se presenta de manera explícita o superficial; está velado por símbolos, rituales y alegorías que deben ser desentrañados por aquellos que están preparados para ver más allá de lo obvio.
Este desafío de ver lo invisible también puede interpretarse como una invitación a buscar el significado más profundo y espiritual de la vida. En la Masonería, la vida no se reduce a lo material o a lo inmediato; hay un conocimiento esotérico y espiritual que debe ser buscado activamente. Este conocimiento no se revela fácilmente, y solo aquellos que están dispuestos a mirar más allá de las apariencias podrán alcanzarlo.
La búsqueda de la verdad y la iluminación
En resumen, la frase “Aprende a mirar lo que ya miraste y trata de ver lo que no viste” es una invitación filosófica y masónica a la reflexión profunda, a la revisión continua de nuestro conocimiento y a la búsqueda incesante de la verdad. En el contexto masónico, esta frase nos recuerda que el camino hacia la iluminación no es lineal ni estático, sino un proceso dinámico de descubrimiento, autoperfeccionamiento y revelación.
El masón, como buscador de la verdad, debe aprender a mirar más allá de las apariencias, a revisar continuamente sus creencias y a ver lo que antes no había visto. Este proceso no solo implica la adquisición de nuevos conocimientos, sino también la reevaluación constante de lo que ya conocemos. Solo a través de este proceso de revisión y descubrimiento continuo podemos alcanzar una comprensión más profunda de nosotros mismos, del mundo y del Gran Arquitecto del Universo.