“¿Sois mason?”

“No contestes… demuéstralo con tus acciones”

El llamado a “demostrar con acciones” en lugar de simplemente responder con palabras es una máxima de gran importancia en el ámbito masónico y en la filosofía moral en general. Este principio, que pide que las virtudes masónicas y los ideales de vida se reflejen a través de las acciones cotidianas, tiene profundas raíces en el pensamiento masónico y en las enseñanzas de la orden.

 

El valor del ejemplo sobre la palabra

El concepto de que las acciones hablan más fuerte que las palabras está presente en muchas tradiciones filosóficas, y la masonería no es la excepción. La orden masónica se sustenta en principios éticos y morales que buscan perfeccionar al individuo, no solo para su propio bienestar, sino también para el de la comunidad en la que vive. En este sentido, la frase “No contestes… demuéstralo con tus acciones” es una invitación a trascender el mero discurso, pasando a la acción efectiva y coherente con los valores de la fraternidad masónica.

Para los masones, las acciones reflejan el progreso personal en la construcción del templo interior. El simbolismo masónico gira en torno a la construcción, con cada miembro de la orden siendo un “obrero” que, a través del trabajo en sí mismo, contribuye a la edificación de un mundo más justo y fraterno. En este proceso, las acciones cotidianas —cómo se interactúa con los demás, cómo se vive en el hogar, cómo se trabaja y se participa en la comunidad— son el verdadero reflejo del compromiso con los principios masónicos.

 

El actuar masónico en la familia

La familia, en la tradición masónica, es vista como una de las primeras áreas donde el masón debe aplicar sus principios. La virtud, el respeto y el amor fraternal son valores fundamentales que deben estar presentes en la vida familiar. Un masón es consciente de que la educación y la orientación moral que se ofrece a sus hijos y familiares son aspectos cruciales para transmitir los ideales de justicia, libertad y responsabilidad.

El filósofo y pedagogo masón Karl Christian Friedrich Krause destacó la importancia de la familia como núcleo moral en su pensamiento. Según Krause, la familia es el “santuario de la humanidad” y el primer lugar donde se enseñan y practican las virtudes necesarias para la vida en sociedad. Desde esta perspectiva, el masón debe actuar como un ejemplo en su vida familiar, promoviendo un ambiente de amor, respeto y responsabilidad.

Además, la familia se convierte en un espacio donde el masón puede demostrar su compromiso con la libertad y la igualdad. Esto se refleja en la forma en que se comparte la toma de decisiones, en cómo se respetan las individualidades y en el esfuerzo por asegurar que cada miembro tenga las mismas oportunidades para desarrollarse plenamente.

 

La logia como espacio de crecimiento y demostración de virtudes

En la vida masónica, la logia es un espacio sagrado donde se busca la verdad y se fomenta la mejora personal a través del estudio y la reflexión. Sin embargo, la logia no es solo un lugar para aprender teoría, sino para practicar lo que se ha aprendido. Las relaciones dentro de la logia, entre hermanos masones, están gobernadas por los principios de la fraternidad, el respeto mutuo y la igualdad.

Dentro del ritual masónico, los símbolos y enseñanzas que se presentan tienen como objetivo guiar al masón en la aplicación práctica de esos principios en su vida diaria. Uno de los aspectos más importantes de la masonería es que no se trata solo de una serie de lecciones teóricas, sino de un compromiso activo con la mejora personal y el servicio a la comunidad.

El masón debe demostrar su fraternidad en la logia mostrando respeto hacia sus hermanos, practicando la tolerancia hacia las diferencias de opinión, y participando activamente en los trabajos de la logia. Además, la logia es un espacio donde cada masón contribuye a la mejora colectiva, entendiendo que su progreso individual está intrínsecamente ligado al progreso de sus hermanos. Este sentido de responsabilidad compartida refuerza la idea de que el verdadero masón no solo se dedica a su propio crecimiento, sino que también trabaja por el bienestar de los demás.

 

El actuar masónico en el trabajo y en la sociedad

Fuera de la logia, el masón tiene la responsabilidad de actuar de acuerdo con los principios de la orden en todos los aspectos de su vida, incluyendo el ámbito laboral y la sociedad en general. El masón debe ser un ejemplo de integridad, justicia y responsabilidad en su trabajo, independientemente de su profesión. El trabajo no es visto simplemente como una forma de ganarse la vida, sino como una contribución al bienestar de la sociedad.

El filósofo masón Albert Pike, en su obra “Morals and Dogma”, destacó la importancia del trabajo como un medio para mejorar el mundo y promover la justicia social. Para Pike, el trabajo honesto y justo es una forma de servicio a la humanidad, y el masón debe siempre actuar con rectitud en su profesión, demostrando que los ideales masónicos no son meras palabras, sino principios que guían su conducta diaria.

En la sociedad en general, el masón tiene la obligación de actuar como un agente de cambio positivo. Los principios de libertad, igualdad y fraternidad deben guiar su comportamiento en todas sus interacciones sociales. Esto significa defender la justicia, promover la educación y el bienestar de todos los ciudadanos, y trabajar activamente por la paz y la armonía en su comunidad.

La masonería, en este sentido, es una escuela de virtudes prácticas, donde se enseña que el verdadero conocimiento se demuestra a través de la acción. Los masones no solo estudian sobre la justicia, la libertad y la igualdad; se espera que trabajen activamente para hacer que estos principios se hagan realidad en la sociedad.

 

La importancia del silencio y la acción

Una de las enseñanzas fundamentales de la masonería es la importancia del silencio como medio para la reflexión y el crecimiento interior. El masón no debe proclamar sus virtudes ni alardear de su conocimiento. En cambio, debe permitir que sus acciones hablen por él. Esta actitud refleja una humildad fundamental en la tradición masónica, que valora más el ser que el parecer.

La frase “No contestes… demuéstralo con tus acciones” encarna esta enseñanza. El masón no está llamado a convencer a los demás con palabras, sino a vivir de tal manera que sus acciones sean un testimonio elocuente de sus principios. Esta actitud de silencio activo también está relacionada con la práctica de la discreción, una virtud masónica que enfatiza la importancia de actuar con prudencia y moderación en todas las situaciones.

 

El legado masónico en la sociedad

A lo largo de la historia, muchos masones han dejado un legado de acciones que reflejan los principios de la orden. Desde la fundación de instituciones educativas hasta la lucha por la justicia social, los masones han demostrado que la verdadera fuerza de la masonería radica en la aplicación práctica de sus enseñanzas. Figuras históricas como Benjamin Franklin, Simón Bolívar y José de San Martín fueron masones que ejemplificaron estos principios en sus vidas públicas y privadas, demostrando con sus acciones un profundo compromiso con la libertad y la justicia.

 

La masonería como acción, no como palabra

En conclusión, la frase “No contestes… demuéstralo con tus acciones” resume perfectamente el espíritu de la masonería.

Los principios de la orden no son meramente teóricos o abstractos; son guías para la vida diaria, que deben ser vividos y demostrados en todas las áreas de la vida: en la familia, en la logia, en el trabajo y en la sociedad.

El verdadero masón es aquel que, a través de sus acciones, se convierte en un ejemplo viviente de los valores de la orden, trabajando incansablemente por su propio perfeccionamiento y por el bienestar de su comunidad.

La masonería, al fin y al cabo, es una escuela de acción moral, donde las palabras son importantes, pero las acciones son las que realmente construyen el templo interior del individuo y el mundo más justo y fraterno que todos los masones buscan crear