“Cada hermano debe ser el espejo,
que en su reflejo muestra la verdad,
y la sombra fiel, en cada trecho,
que nunca abandona, ni en la soledad.
El espejo guarda en su pureza,
lo que somos, sin velos ni temor;
la sombra acompaña con nobleza,
silenciosa, constante, con amor.
Que en la unión de ambos, luz y huella,
se forje el camino del deber,
donde cada hermano sea la estrella
y el guía del otro en su quehacer”
El poema profundo en su simbolismo, resuena con conceptos esenciales del pensamiento masónico, aludiendo a los ideales de verdad, fraternidad y apoyo mutuo. Cada verso puede desentrañar desde múltiples miradas filosóficas, históricas y espirituales, permitiendo una reflexión amplia que involucra a diversos autores y principios de la tradición masónica.
símbolo de la verdad y la autocomprensión
El primer verso, “Cada hermano debe ser el espejo, que en su reflejo muestra la verdad”, destaca un principio fundamental en la masonería: la búsqueda de la verdad. El espejo, como símbolo, ha sido interpretado a lo largo de la historia como un objeto que no engaña; muestra la realidad tal como es, sin filtros ni juicios.
Platón, en el “Mito de la Caverna”, plantea que la verdad es algo que debe descubrirse tras apartar las sombras y reflejos ilusorios. El espejo masónico, sin embargo, no es solo un reflejo pasivo de la verdad externa, sino también una herramienta de introspección. Para los masones, la autorreflexión es esencial para pulir la “piedra bruta”, concepto que simboliza el trabajo interior necesario para alcanzar la perfección moral.
También, René Descartes, con su famoso “cogito, ergo sum” (pienso, luego existo), invita a la introspección como medio para discernir la realidad. En un contexto masónico, el espejo simboliza este pensamiento cartesiano, al exigir al hermano que observe su esencia y sus actos con honestidad.
Símbolo de la fidelidad y la presencia constante
El verso “y la sombra fiel, en cada trecho, que nunca abandona, ni en la soledad”, evoca la noción de fraternidad masónica. La sombra es inseparable de quien la proyecta, tal como los hermanos deben estar unidos en solidaridad. En este sentido, la sombra se convierte en una metáfora de la presencia inquebrantable de los ideales masónicos y del compromiso mutuo entre hermanos.
Carl Gustav Jung, en su teoría del “arquetipo de la sombra”, interpreta este concepto como la parte inconsciente y oculta del ser humano. En la masonería, la sombra no se percibe como algo exclusivamente negativo, sino como una extensión que debe conocerse y aceptarse para alcanzar la totalidad. La fraternidad masónica impulsa a los hermanos a ser conscientes de su propia sombra y a ayudar a otros en este proceso.
Asimismo, el pensamiento aristotélico sobre la amistad verdadera, desarrollada en la obra “Ética a Nicómaco”, resuena aquí. Aristóteles argumenta que la amistad perfecta es aquella basada en el bien mutuo, un principio que se refleja en el compromiso constante de los hermanos masones, representado por la sombra que nunca se aparta.
El deber fraternal
En los versos finales, “Que en la unión de ambos, luz y huella, se forje el camino del deber”, encontramos la síntesis de los ideales masónicos: la combinación de la introspección (luz) con la acción ética (huella). La masonería no solo busca la iluminación intelectual, sino que insta a sus miembros a actuar en el mundo dejando un legado positivo.
El deber aquí evoca los postulados de Immanuel Kant, en su libro “Fundamentación de la metafísica de las costumbre” el deber moral surge de la razón práctica y debe cumplirse por respeto a la ley moral. Este deber, en la masonería, se traduce en el compromiso de los hermanos de actuar siempre en favor del bien común y del progreso espiritual de la humanidad.
Asimismo, el concepto de “huella” conecta con el pensamiento de Martin Heidegger en la obra “Ser y tiempo”. Heidegger plantea que el ser humano debe ser consciente de su temporalidad y dejar un impacto significativo en el mundo. Para el mason, esta huella se expresa a través del servicio, el ejemplo moral y la perpetuación de los valores universales.
El simbolismo masónico en el poema
Desde una óptica masónica, el poema establece un paralelismo entre los elementos simbólicos del espejo y la sombra con los principios rectores de la orden. El espejo representa la “verdad” y la autocomprensión, esenciales para la evolución personal y espiritual del masón. La sombra, por su parte, alude a la “fraternidad”, el compromiso constante de los hermanos de estar presentes en los momentos de luz y oscuridad.
El acto de “ser espejo y sombra” también puede interpretarse como un recordatorio de la dualidad inherente en la naturaleza humana y en los principios masónicos, que buscan equilibrar lo material y lo espiritual, la acción y la reflexión, el individuo y la comunidad.
El poema no solo es una exhortación al deber fraternal, sino también una guía filosófica y espiritual que conecta con el núcleo de la tradición masónica. Invita a los hermanos a ser un reflejo fiel de la verdad, pero también a mantenerse presentes como sombras protectoras y solidarias. En esta unión de luz y huella, cada masón encuentra su propósito:
“perfeccionarse a sí mismo y, en el proceso, contribuir al perfeccionamiento del mundo”
Este mensaje nos ofrece una visión profunda y universal que enriquece tanto la masonería como el camino personal de cada hermano.