“¿Quién soy?,¿De dónde vengo? y¿A dónde voy?”

Las preguntas “¿Quién soy?”, “¿De dónde vengo?” y “¿A dónde voy?” son algunas de las interrogantes más antiguas y fundamentales que la humanidad se ha planteado. Estas preguntas, lejos de ser meras curiosidades existenciales, son el centro de muchas tradiciones filosóficas, religiosas y espirituales. En este trabajo, se explorarán estas preguntas desde una mirada filosófica, enfocándose en su relevancia dentro de la filosofía masónica. La masonería, como una tradición filosófica y espiritual, ofrece un marco único para abordar estas preguntas, alentando a sus miembros a buscar la verdad, el conocimiento de sí mismos y la comprensión del propósito en la vida.

 

 

“¿Quién soy?”

 

La pregunta “¿Quién soy?” es una de las más profundas y complejas que podemos hacer. Este interrogante nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad, no solo en términos de roles sociales o personales, sino también en relación con nuestro ser esencial. Desde un enfoque filosófico, esta pregunta ha sido abordada por diversas corrientes de pensamiento.

 

 

En la filosofía occidental, Sócrates, a través de su famosa máxima “Conócete a ti mismo”, subrayó la importancia del autoconocimiento como base para una vida virtuosa. Esta idea fue fundamental para la ética socrática y sigue siendo relevante en la filosofía moderna. Para Sócrates, conocerse a uno mismo era el primer paso hacia la sabiduría, y la ignorancia de uno mismo era el mayor de los males.

 

En la tradición masónica, la pregunta “¿Quién soy?” también tiene un significado central. Los masones se ven a sí mismos como buscadores de la verdad, y este camino hacia la verdad comienza con el autoconocimiento. La iniciación masónica, en sus múltiples rituales y símbolos, está diseñada para llevar al iniciado a una mayor comprensión de su propio ser. El simbolismo de la piedra bruta, que debe ser labrada para revelar su forma perfecta, es una metáfora del trabajo interno que cada masón debe realizar para conocer y perfeccionar su verdadero yo.

 

Desde una perspectiva más moderna, la psicología también ha abordado la cuestión de la identidad. Carl Jung, por ejemplo, propuso que el “yo” consciente es solo una parte de un yo más amplio y profundo, que incluye el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. Para Jung, el proceso de individuación —el proceso por el cual una persona se convierte en lo que realmente es— es fundamental para la autorrealización. Este proceso de individuación tiene un paralelo en la filosofía masónica, donde el camino hacia la “luz” es un viaje hacia una mayor comprensión de uno mismo y del universo.

 

 

 

“¿De dónde vengo?”

 

La pregunta “¿De dónde vengo?” nos lleva a reflexionar sobre nuestro origen, tanto en un sentido literal como metafórico. Esta cuestión abarca desde el origen físico y biológico hasta el origen espiritual y cósmico. Desde un enfoque filosófico, esta pregunta ha sido abordada de diferentes maneras.

 

 

En la filosofía griega, por ejemplo, los presocráticos se preocuparon por el arjé, o principio fundamental del universo. Tales de Mileto propuso que el agua era el principio de todas las cosas, mientras que Anaxímenes sugirió que era el aire. Heráclito, por su parte, propuso que el cambio constante (el logos) era la esencia del universo. Estas ideas sobre el origen del cosmos también llevaron a preguntas sobre el origen del ser humano y su lugar en el mundo.

 

En la tradición judeocristiana, el origen del ser humano está intrínsecamente ligado a la creación divina. Según la Biblia, el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, lo que le confiere una dignidad y un propósito especial. Esta idea de un origen divino también está presente en la tradición masónica, que reconoce la existencia de un Gran Arquitecto del Universo, una fuerza creadora que da sentido y propósito a la existencia.

 

La masonería, al ser una tradición que valora tanto la ciencia como la espiritualidad, también reconoce el valor del conocimiento científico sobre el origen del ser humano. La teoría de la evolución, por ejemplo, ofrece una explicación de nuestro origen biológico, mientras que la cosmología moderna proporciona un marco para entender el origen del universo. Sin embargo, la masonería no ve estas explicaciones como contrarias a la espiritualidad, sino como complementarias. La búsqueda de la verdad incluye tanto el conocimiento científico como el espiritual, y ambos son necesarios para una comprensión completa de nuestro origen.

 

 

 

“¿A dónde voy?”

 

La pregunta “¿A dónde voy?” nos invita a reflexionar sobre el propósito y el destino final de nuestra existencia. Esta es quizás la pregunta más difícil de todas, ya que aborda la cuestión del sentido de la vida y la posibilidad de una vida después de la muerte.

 

En la filosofía existencialista, pensadores como Jean-Paul Sartre y Albert Camus sugieren que la vida no tiene un propósito inherente, y que depende de cada individuo encontrar o crear su propio significado. Camus, en su obra “El mito de Sísifo”, plantea la cuestión de si la vida vale la pena ser vivida y concluye que, a pesar del aparente absurdo de la existencia, debemos encontrar nuestro propio sentido y continuar adelante.

 

 

En contraste, muchas tradiciones religiosas y espirituales, incluida la masonería, sostienen que la vida tiene un propósito y que hay una existencia más allá de la muerte. En la tradición masónica, se habla del “Gran Oriente Eterno”, un lugar simbólico donde los masones esperan reunirse después de la muerte. Este concepto refleja la creencia en una continuidad de la existencia más allá de la vida física y en la posibilidad de alcanzar una forma de iluminación o perfección.

 

La pregunta “¿A dónde voy?” también tiene un aspecto ético. En la masonería, se enfatiza la importancia de vivir una vida virtuosa y de trabajar por el bien de la humanidad. El camino hacia el “Gran Oriente Eterno” no es solo un destino final, sino un camino que se recorre a través de las acciones y decisiones que tomamos en la vida. La masonería enseña que, al vivir de acuerdo con los principios de la fraternidad, la caridad y la verdad, estamos construyendo un “templo” que perdurará más allá de nuestra existencia física.

 

 

Las preguntas “¿Quién soy?”, “¿De dónde vengo?” y “¿A dónde voy?” son fundamentales para la comprensión de nuestra existencia y de nuestro lugar en el universo. Desde una perspectiva filosófica y masónica, estas preguntas nos llevan a un proceso de reflexión profunda y autoconocimiento, donde buscamos entender no solo nuestra identidad personal, sino también nuestra conexión con el cosmos y nuestro propósito en la vida.

 

La masonería, como tradición filosófica y espiritual, nos ofrece un marco valioso para abordar estas preguntas, alentando a sus miembros a buscar la verdad, a trabajar en su desarrollo personal y a vivir de acuerdo con principios éticos que trascienden lo individual. Al final, el viaje hacia la comprensión de estas preguntas es, en sí mismo, un camino hacia la iluminación y la realización espiritual.

 

En última instancia, la masonería nos enseña que, aunque estas preguntas pueden no tener respuestas definitivas, es el acto de formularlas, de reflexionar sobre ellas y de vivir en consonancia con las verdades que descubrimos, lo que da sentido a nuestra existencia. Así, el “camino sobre la mar” que trazamos con nuestras vidas se convierte en una expresión de nuestro ser, nuestro origen y nuestro destino.