“¿Por qué a mí?” vs. “¿Y por qué no a mí?”

En la trayectoria de la vida, es común que las personas se encuentren enfrentando desafíos, sufrimientos o infortunios que las llevan a cuestionarse con la clásica pregunta: “¿Por qué a mí?”. Este interrogante surge en momentos de adversidad, y refleja una profunda inquietud existencial sobre el sentido de las dificultades que experimentamos. Sin embargo, pocas veces se reflexiona sobre la contraparte de esta pregunta: “¿Y por qué no a mí?”, una consulta que nos invita a aceptar la posibilidad de que la adversidad es una parte inevitable de la existencia humana. Este trabajo explora el trasfondo filosófico de estas preguntas desde un enfoque masónico, examinando cómo la masonería, con su rica tradición de simbolismo y enseñanzas esotéricas, puede ofrecer una perspectiva más amplia y significativa sobre la forma en que enfrentamos las dificultades de la vida.

 

La Naturaleza Humana y el Interrogante Existencial

La pregunta “¿Por qué a mí?” está profundamente arraigada en la naturaleza humana. Ante el sufrimiento, el ser humano busca comprender la razón detrás de su dolor. Esta necesidad de explicación es fundamental para nuestra psique, pues otorga sentido a la existencia y ayuda a enfrentar la incertidumbre. Desde una perspectiva filosófica, esta pregunta refleja la condición humana de fragilidad y vulnerabilidad. El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre sostuvo que la existencia precede a la esencia, lo que implica que estamos condenados a darle sentido a nuestra vida a través de nuestras acciones y decisiones. Cuando nos enfrentamos a situaciones adversas, la pregunta “¿Por qué a mí?” emerge como un intento de buscar un sentido en un mundo que, por sí mismo, no lo ofrece.

Sin embargo, esta pregunta también revela un aspecto egocéntrico de la naturaleza humana. Al cuestionar por qué somos nosotros quienes sufrimos, implícitamente nos apartamos de la realidad de que todos los seres humanos, en algún momento, enfrentan dificultades. Esta percepción errónea de singularidad en el sufrimiento puede conducir al aislamiento emocional y a una visión distorsionada de la realidad.

 

Simbolismo y significado

Desde una perspectiva masónica, la vida es vista como una serie de pruebas y desafíos que son esenciales para el crecimiento espiritual y personal. La masonería, con su énfasis en la búsqueda de la verdad y el perfeccionamiento moral, nos enseña a ver las dificultades no como castigos, sino como oportunidades para el desarrollo y la evolución. En este contexto, la pregunta “¿Por qué a mí?” puede ser reinterpretada. No se trata de una queja ante la adversidad, sino de una invitación a reflexionar sobre qué lecciones podemos aprender de nuestras pruebas personales.

El símbolo masónico del “compás y la escuadra” es particularmente relevante aquí. Estos instrumentos representan la necesidad de trazar límites en nuestra vida y de actuar con rectitud y justicia. La escuadra nos recuerda que debemos vivir de acuerdo con los principios morales, mientras que el compás nos enseña a medir nuestras acciones y a mantenernos equilibrados, especialmente en tiempos de adversidad. Así, cuando nos enfrentamos a la pregunta “¿Por qué a mí?” el enfoque masónico nos insta a utilizar el compás y la escuadra de manera simbólica para entender cómo nuestras dificultades pueden ayudarnos a alinear nuestra vida con los principios superiores de la moral y la verdad.

 

 

Y por qué no a mí?”: La aceptación del destino

La contrapregunta “¿Y por qué no a mí?” nos invita a aceptar la inevitabilidad de la adversidad en la vida. Desde una perspectiva filosófica, esta aceptación puede ser vista a través de la lente del estoicismo, una escuela de pensamiento que enseña que debemos aceptar con serenidad lo que no podemos cambiar. Los estoicos, como Séneca y Epicteto, argumentaban que la adversidad es una parte natural de la existencia y que nuestra respuesta a ella define nuestra virtud.

En la masonería, este concepto se refleja en la enseñanza de que todo lo que ocurre en la vida tiene un propósito mayor, incluso si este propósito no es inmediatamente evidente. La aceptación del destino, o “amor fati” como lo llamaba Nietzsche, es un principio que resuena en la filosofía masónica. Al adoptar la postura de “¿Y por qué no a mí?, reconocemos que no somos excepcionales en nuestra vulnerabilidad al sufrimiento. En lugar de ver la adversidad como una injusticia, la vemos como una oportunidad para demostrar nuestra fortaleza interior y nuestro compromiso con los ideales masónicos de resiliencia, rectitud y sabiduría.

 

El proceso de transformación interior

La masonería enfatiza la idea de la transformación interior, un proceso que se asemeja a la alquimia espiritual. El masón es visto como una piedra bruta que debe ser tallada y pulida a través de la experiencia y el conocimiento para convertirse en una “piedra cúbica”, es decir, una persona moral y espiritualmente refinada. En este sentido, las dificultades que enfrentamos en la vida son herramientas que nos permiten esculpir nuestra naturaleza interior.

La pregunta “¿Por qué a mí?” puede ser el comienzo de este proceso de transformación. Al enfrentar las pruebas de la vida, el masón es llamado a trabajar en su propia piedra bruta, utilizando las lecciones aprendidas de la adversidad para perfeccionarse. Al aceptar la posibilidad de que estas pruebas son necesarias para su desarrollo, el masón avanza hacia una comprensión más profunda de sí mismo y de su lugar en el cosmos.

Por otro lado, la pregunta “¿Y por qué no a mí?” nos permite avanzar más allá de la autocompasión y entrar en un estado de aceptación y acción consciente. Al asumir que las dificultades son parte de la vida de todos, dejamos de vernos como víctimas y comenzamos a actuar como agentes de nuestro propio destino. Este cambio de perspectiva es crucial en el camino masónico, que busca transformar al individuo en un ser capaz de afrontar los desafíos de la vida con sabiduría y templanza.

 

 

La diferencia entre “¿Por qué a mí?” y “¿Y por qué no a mí?” es fundamental para entender cómo enfrentamos las dificultades en la vida. Desde un enfoque masónico, estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre nuestra naturaleza, nuestro propósito y nuestra capacidad para transformar la adversidad en crecimiento. La masonería nos enseña que la vida es una serie de lecciones y pruebas que debemos enfrentar con coraje, sabiduría y un profundo sentido de responsabilidad.

Al adoptar la actitud de “¿Y por qué no a mí?” nos alineamos con los principios masónicos de aceptación y transformación, reconociendo que las dificultades son una parte inevitable de la existencia y que, a través de ellas, podemos alcanzar un mayor nivel de comprensión y virtud. En última instancia, este enfoque nos permite vivir de acuerdo con los ideales masónicos, utilizando cada experiencia, tanto buena como mala, como una oportunidad para avanzar en el camino de la iluminación y el perfeccionamiento moral.

Este análisis no solo proporciona una mirada filosófica profunda sobre cómo enfrentar la adversidad, sino que también nos recuerda la importancia de la reflexión y la autoexaminación en el proceso de crecimiento personal. Losmasones, con su rica tradición de simbolismo y enseñanza esotérica, ofrecen una guía valiosa para aquellos que buscan entender el propósito de la vida y cómo podemos, a través de nuestras acciones, construir un mundo mejor, tanto para nosotros como para los demás.