La masonería en La Plata estuvo íntimamente ligada a su fundador, el Dr. Dardo Rocha, a sus colaboradores, a los que demarcaron sus calles y sobre todo, al trazado de sus planos.
Los masones que influyeron en Fundación
El Dr. Dardo Rocha fue iniciado por su padre, el coronel Juan José Rocha, en el año 1858, cuando tenía 20 años de edad, en la Logia “Constancia N° 7”, siendo su padre el Venerable de la misma.
El principal colaborador de Dardo Rocha, el arquitecto Pedro Benoit, fue iniciado en la Logia “Consuelo del Infortunio N° 3”, el 26 de Abril de 1858.
El grupo encargado del trazado perimetral y de las avenidas estuvo compuesto por los señores Carlos Glade, que fue iniciado el 27 de Septiembre de 1864 en la Logia “Germania N° 19”, Germán Kuhr y Miguel Pérez.
El grupo encargado de la división de calles y diagonales fue integrado por los señores Carlos A. Fajardo, masón, (de quien no se dispone de datos que indiquen la fecha en que fuera iniciado, aunque aparece en 1894 como integrante de la tenida magna de instalación de un Capítulo), Julio Serna y Pedro Bena.
El grupo que parceló los terrenos, fue integrado por los señores Julio Arditi, Nicolás Calvo y Paulino Campbell (los tres masones).
Cabe destacar que con posterioridad a la fundación de la ciudad de La Plata, el arquitecto Pedro Benoit se encargó del trazado de los planos de la Iglesia San Ponciano, dirigió la construcción del (ahora desaparecido) artístico arco de ingreso al Bosque, creó el primer escudo de la ciudad, proyectó los planos de la Catedral (recientemente finalizada) y ejerció la dirección técnica de las obras de construcción de la misma.
Trazó los planos del Cementerio y del Observatorio Astronómico y dirigió desinteresadamente las obras de la Iglesia de San Pedro, en la ciudad de Mar del Plata (provincia de Buenos Aires).
Otros Hermanos fuertemente relacionados con el nacimiento de la nueva ciudad fueron, José Hernández (propuso el nombre de La Plata), que fue iniciado en la Logia “Asilo del Litoral N° 18”, el 28 de Agosto de 1861; Leopoldo Lugones, iniciado en la Logia “Libertad-Rivadavia N° 51, el 13 de Noviembre de 1899; Leandro N. Alem, iniciado el 17 de Octubre de 1871 en la Logia “Constancia N° 7”; e Hipólito Irigoyen, iniciado en la Logia “Docente” de la ciudad de Buenos Aires, el 15 de Marzo de 1852.
La Fundación de la ciudad y la masonería en La Plata
El día 19 de Noviembre de 1882 se colocó, en magna ceremonia, la piedra fundamental de la nueva ciudad. Se trataba de una caja de piedra, en cuyo interior se encontraba otra de plomo, dentro de la cual se colocó una redoma de cristal que contenía diversos documentos, entre ellos, una copia del acta fundacional, una copia de la Constitución Argentina, monedas de la época y numerosas medallas, pertenecientes a las logias que participaron activamente en la construcción de la ciudad, entre ellas, “Unione Italiana”, “Confraternidad Argentina”, “Regeneración”, “Tolerancia”, “Luz y Verdad”, “Caridad”, “Abraham Lincoln”, “Liberi Pensatori”, “Unión”, Cárita”, “Protectora de los Pobres” y “Progress”. No todas son logias de la masonería en La Plata, pero si participaron.
Una vez colocada la redoma se soldó la caja de plomo y se colocó sobre ella una placa de mármol de Carrara, en la que se podía leer: “Esta caja contiene el Acta de inauguración de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires”. Sobre esta placa de mármol se colocó la tapa de la mencionada caja de piedra, la que fue sellada por el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Victorino de la Plaza (que fue iniciado en el año 1867 en la Logia “Regeneración N° 5 ” ).
La mezcla de arena y cal empleada para el sellado se preparó en una batea maciza de caoba, con agarraderas de ébano e incrustaciones doradas. La trulla (liana) utilizada fue construida especialmente para tal efecto, en oro con incrustaciones del mismo metal y ocho brillantes engarzados en su empuñadura de ébano.
La ceremonia se llevó a cabo en lo que sería la plaza principal. En diferentes lugares se colocaron arcos y trofeos con inscripciones diversas, tales como: “Paz y Libertad”, “Orden y Progreso”, “Amor a la Libertad y respeto por las Instituciones”, “El ejercicio de los derechos políticos es necesario para el gobierno libre”, “No basta odiar a la tiranía”.
Se cuenta que esa misma noche un grupo de partidarios del Presidente Julio A. Roca, enemigos políticos del fundador de La Plata, Dardo Rocha, efectuaron un ritual maléfico contra el destino de la ciudad y profanaron el cofre, cuando ya nadie quedaba de aquella pomposa ceremonia, en la soledad de aquel desértico campo donde se levantaría la urbe proyectada. Se dio así inicio a una larga historia de conspiraciones, maleficios y demonios.
No existe ningún informe oficial que indique que sucedió con los objetos de valor faltantes en el cofre que fuera enterrado en el día de la fundación, para ser abierto cien años más tarde. Llegado el día tan esperado por los platenses, nada se explico sobre la ausencia de las monedas y medallas de oro y plata, actas y botellas de vino reservadas para el brindis centenario. Tampoco se conoce el destino que sufriera la estatua de Mariano Moreno, erigida en la actual plaza San Martín. Esta estatua fue retirada en el año 1910, en ocasión de efectuarse la remodelación de la plaza. Según explica el historiador José Maria Prado, basado en informes de testigos presenciales, fue conducida en un carromato hasta un depósito, donde al cabo de pocos días desapareció misteriosamente.
Estas historias y versiones negativistas han sido alimentadas, a través del tiempo, por los eternos enemigos de nuestra Orden. Ocupa entre estos un lugar destacado, el escritor Gualberto Reynal, quien publicó en 1993 “La historia Oculta de la ciudad de La Plata”, cuyo mensaje puede resumirse en que los platenses tienen la desdicha de vivir en una ciudad diseñada por la Masonería para que actúen inconteniblemente las fuerzas demoníacas. De acuerdo a esto, se debe suponer que vivir en La Plata implica el riesgo de ser víctima de las fuerzas oscuras, y la casi imposibilidad de progresar en la vida y ser feliz.
Sus hombres y la masonería
Continuando con la ceremonia fundacional, es interesante destacar que entre las personalidades oficiales y representativas presentes, se encontraban los siguientes masones:
Carlos Casares (h), Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, fundador de la Logia “Unión del Plata N° 1”, en 1855.
Benjamín del Castillo, legislador, iniciado el 23 de Agosto de 1863 en la Logia “Asilo del Litoral N° 18”.
Carlos D’Amico, Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y futuro Gobernador, iniciado a temprana edad, fue Gran Maestre del Gran Oriente del Rito Argentino e íntimo amigo del Dr. Dardo Rocha y del Arquitecto Pedro Benoit.
Juan Dillon, Contador General de la República, iniciado el 2 de Octubre de 1882 en la Logia “Obediencia a la Ley N° 13”.
Miguel Goyena, hijo de masón, fue iniciado el 30 de Junio de 1869 en la Logia “Obediencia a la Ley N° 13”.
Adolfo F. Lescano, iniciado en la Logia “La Plata N° 80” en el año 1888.
Mauricio Maller, militar húngaro incorporado al Ejército Argentino, fue iniciado el 10 de Julio de 1870 en la Logia “Caridad N° 22”.
Adolfo Miranda Naón, senador nacional, uno de los fundadores del diario platense “El Día”, iniciado el 3 de Noviembre de 1885 en la Logia “La Plata N° 80”.
Luis C. Pintos, diputado nacional, hijo de masón, fue iniciado en la Logia “Obediencia a la Ley N° 13” el 27 de Junio de 1866.
Ricardo Marcó del Pont, catedrático iniciado en la Logia “Luz del Oeste N° 55”.
Domingo Faustino Sarmiento, Presidente de la República y Gran Maestre de la Masonería Argentina, iniciado el 31 de Julio de 1854 en la Logia “Unión Fraternal” de Valparaíso (Chile).
Manuel R. Trelles, científico e historiador, académico de Historia en Madrid, iniciado en 1867 en la Logia “Confraternidad Argentina”.
Benjamín Victorica, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, iniciado en la Logia “Jorge Washington” de Concepción del Uruguay.
Eduardo Wilde, ministro nacional, iniciado el 19 de Septiembre de 1871 en la Logia “Constancia N° 7”.
Ya en las primeras horas de la fundación se habían instalado varias Logias en la nueva ciudad, entre ellas: “Luz y Verdad”, “Spretta Uguaghanza”, “Triunfo y Justicia”, “Hijos del Universo”, etc. Pero la que más se destacó fue la Logia “La Plata N° 80”, fundada por el Arquitecto Pedro Benoit. En sus archivos se encuentran los apellidos más ilustres de la ciudad Capital, como los de: José Sixto Alvarez (Fray Mocho), Florentino Ameghino, Carlos A. Fajardo, Alberto Gregorio, Vicente Isnardi, Manuel H. Y César Lagenheim, Juan B. Lavié, Eduardo Ves Losada, Dalmiro Saenz y Julio Sánchez Viamonte.
La ciudad de La Plata obtuvo un reconocimiento internacional en la Exposición Universal de París del año 1889. En ella la Argentina participó con un gran pabellón, que se ubicó al pie derecho de la torre Eiffel, símbolo de la muestra.
El centro del pabellón argentino estuvo dedicado a la ciudad de La Plata, la que fue galardonada con dos medallas de oro, por su trazado y por la rapidez con que fue construida, y por la calidad de sus edificios. Allí fue reconocida como la concreción de las ideas más innovadoras del urbanismo en todo el mundo.
Las ideas de la revolución francesa, las ideas progresistas del siglo XIX se encuentran condensadas en la ciudad de La Plata más fielmente que en cualquier otra expresión urbanística de los últimos tiempos.
Nuestra ciudad resume aquellos ideales de justicia y salud para todos, que caracterizó a la vanguardia pensante del siglo XIX.
José Martí escribió maravillado, que la nueva ciudad tenía “escuelas como palacios.”
La Plata conserva intactas muchas de sus características esenciales, mas allá de que haya degradación y equivocaciones. Por eso se hace acreedora a ser nombrada Patrimonio Cultural de La Humanidad.
La presencia de la Masonería
Como puede deducirse, la Masonería en La Plata tiene una larga tradición de desarrollo. Esta afirmación no es caprichosa.
Solo hay en América del Sur dos ciudades importantes en las que se encuentran abundantes símbolos de la Masonería: son estas, Belo Horizonte, en Brasil, y La Plata, en la Argentina.
Humberto Antonini, investigador platense, coincide en que la Masonería “tuvo una gran influencia en el trazado” de la capital bonaerense.
Conociendo que la Arquitectura es una de las artes fundamentales de la Masonería, y que los fundadores y principales colaboradores eran Hermanos, son muchos los investigadores que se dieron a la búsqueda en el plano de la ciudad de La Plata, de símbolos o señales que pudieran relacionarse con las herramientas del Arte. El Dr. Jorge F. Ferro (4) muestra como aparecen claramente en el plano de la ciudad los principales símbolos masónicos (Escuadra, Compás y Nivel antiguo). Para descubrir dichos símbolos se hace necesario orientar los planos correctamente, debiendo coincidir el Norte con el ángulo superior derecho.
Puede apreciarse en estos planos que la ciudad es un cuadrado simétrico, dividido por dos grandes diagonales que corren de Norte a Sur y de Este a Oeste.
La piedra fundamental fue colocada exactamente en su centro geométrico.
El investigador Eduardo M. Sebastianelli indica que el rombo formado por las cuatro diagonales produce una “Vesica Piscis”, realizada con una unidad equivalente a 1,61800339 (el número áurico). El perímetro de la ciudad dividido por el largo de cualquiera de las dos principales diagonales es igual a 3,1416.
Grande es la simbología masónica que la ciudad conserva: en el Pasaje Dardo Rocha y en una buena cantidad de edificios públicos se pueden apreciar símbolos arquitectónicos del grado Rosacruz; el Salón de Actos de la Municipalidad (Salón Dorado) reproduce exactamente a una Logia.
En el Museo y Archivo Dardo Rocha hay dos espadas que tienen en sus empuñaduras el Delta con el Ojo de Dios.
La numerología también está presente: la avenida principal, que atraviesa la ciudad por su centro geográfico, es la número 13, número muy masónico, que está presente en numerosos símbolos y gráficos de origen masónico (el billete de un dólar, la pirámide con trece hileras de ladrillos, el águila con trece flechas en sus garras, etc.).
La prolongación imaginaria de la 52, que no existe en esa área, sino que se corta en ambos extremos de la ciudad, atraviesa perpendicularmente a la 13 por donde se encuentra la piedra fundamental. 52 es cuatro veces 13 (¡?)
Para muchos, la presencia de la Masonería solo se debió a una realidad política y social, que se vivió en ese momento en el ámbito mundial. Para otros, en cambio, la fuerte presencia masónica refuerza la teoría que señala a La Plata como la sede masónica de mayor importancia que tuvo América del Sur.
En el año 1932, con motivo del cincuentenario, Arturo Capdevila, esbozaba una mística muy particular (6) para definir lo que para el significaba esta joven capital:
“Tu naciste porque te necesitaba la historia. Comisiones de sabios anduvieron en tu busca. Y te hallaron aquí, entre la Ensenada de Barragán y las Lomas de Tolosa, poseedora de los signos inconfundibles (…). Tu recinto fue elegido entre cien. Luego fuiste trazada toda entera como por obra de magos (…). El alma de La Plata existía mucho antes que la ciudad; y pareció, según todos los signos, como una hija de los cielos (…). Además quisiste condecorarte de estrellas como una moza se cubre el pecho de medallones. Y fueron como estrellas tus plazas. Princesa, como dos veces los signos del zodíaco, tantos son tus medallones (…). Naturalmente, se eligió para bendecirte un Domingo: un día del Señor y una fiesta de todos. Era un 19: el 19 de Noviembre de 1882. Pitágoras hubiera aprobado esta fecha”.
Consideraciones finales
Resulta por demás difícil hipotetizar que habría sido de las colonias imperialistas en América, si no se hubiera contado con la presencia de un movimiento revolucionario emancipador. ¿Qué hubiera sido de no contar con gobernantes imbuidos con ideales de libertad e igualdad? Solo dos alternativas pueden considerarse: colonias dependientes de imperios o provincias subordinadas sumisamente al poder central de una capital, o quizás de alguna otra forma de liberación, cuyo éxito resulta difícil de establecer.
La magnitud del movimiento político, social y espiritual propiciado por la Masonería ha sido determinante en la historia de esta parte del mundo.
Vanos resultan los esfuerzos de quienes se empeñan en relativizar el fenómeno de la Masonería y su influencia generadora de un nuevo modelo de mundo ideal, más fraterno y más justo. Un mundo que parece no tener cabida en el actual proyecto globalizante, con una humanidad hegemónicamente administrada desde los poderes centrales. Una humanidad consumista e individualista, carente de los ideales que dieron libertad a las naciones, como la nuestra, e igualdad a las provincias, como lo posibilitó La Plata.
Estos ideales no implicarán el necesario retorno a la Masonería, pero si algún movimiento cultural, espiritual y político debiera surgir para luchar por ellos, seguramente sus impulsores no serían filosóficamente muy diferentes de aquellos masones que hicieron nuestra historia nacional y continental.
Hoy ya no surgen ciudades trazadas por idealistas o soñadas por visionarios, cuyas concepciones sociales se adelantaron a su época. La ciudad de La Plata languidece, como ocurre con la sociedad entera.
La virtud y el progreso han sido arrollados por la corrupción de los que gobiernan.
De un origen esplendoroso, hoy solo quedan en La Plata dos Logias y una abundancia de símbolos en sus calles, plazas, museo y edificios públicos.
Ya no es la misma, ha crecido anárquicamente y al amparo de los demagogos de turno que aprovecharon todo emprendimiento posible para llenar sus bolsillos, olvidando los originales y patrióticos proyectos de quienes hicieron posible la existencia de esta ciudad única.