“Lo bueno, lo bello, lo verdadero”
En la filosofía masónica, las ideas de “lo bueno”, “lo bello” y “lo verdadero” constituyen una triada fundamental que guía al iniciado en su búsqueda de perfección y entendimiento. Estas tres cualidades representan principios universales, inmutables y trascendentales que invitan a reflexionar sobre la relación entre ética, estética y conocimiento.
La virtud y la moral
“Lo bueno” en la perspectiva masónica no es simplemente una cuestión de moralidad superficial, sino un ideal que trasciende lo particular y apunta hacia lo universal.
“Para el masón, la bondad implica vivir según los principios de la virtud, la justicia y la rectitud, reflejados en el uso de la escuadra como símbolo de la conducta recta”
En términos masónicos, “lo bueno” comienza con el trabajo en la piedra bruta, es decir, la labor personal del iniciado para pulir sus imperfecciones y transformarse en un hombre virtuoso. Esto no solo se refiere a las acciones externas, sino a la intención interna de buscar siempre el bien común. La bondad es la base del comportamiento fraternal, la columna que sostiene la armonía entre los hermanos y en la sociedad.
Para el masón, la búsqueda de “lo bueno” no es un ejercicio individualista, sino una obligación de servicio. La idea de fraternidad universal enfatiza que la bondad individual debe irradiar hacia los demás, construyendo una sociedad más justa. Así, el masón que practica la bondad se convierte en un constructor social, guiado por el amor y la compasión.
La armonía y la estética
“Lo bello”, desde la óptica masónica, está profundamente conectado con el concepto de armonía universal. En el simbolismo del Templo de Salomón, la belleza se manifiesta en la precisión y equilibrio de su construcción, que no solo refleja un ideal arquitectónico, sino un ideal espiritual.
El compás, herramienta esencial en la masonería, simboliza la búsqueda de proporción y equilibrio. En este contexto, “lo bello” se refiere a la capacidad de encontrar armonía en todas las dimensiones de la vida: en nuestras acciones, pensamientos y relaciones. El masón que busca la belleza no lo hace únicamente en el arte o la naturaleza, sino también en la ética y el orden social.
Para los antiguos filósofos, como Platón, la belleza era una manifestación de lo divino. En la masonería, esta idea se conserva al vincular lo bello con la perfección del Gran Arquitecto del Universo. Cada elemento simbólico del ritual masónico, desde los ornamentos hasta las palabras ceremoniales, está diseñado para inspirar belleza y recordarle al iniciado la importancia de elevarse hacia lo sublime.
La búsqueda del conocimiento
“Lo verdadero” representa el aspecto intelectual y filosófico de la masonería. La verdad es el faro que guía al iniciado en su viaje de autodescubrimiento y comprensión del universo. Este concepto se encuentra simbolizado en la piedra cúbica, que representa la culminación de la perfección alcanzada mediante la aplicación del conocimiento y la razón.
En el pensamiento masónico, la verdad no es relativa ni subjetiva, sino un principio universal que emana del Gran Arquitecto del Universo. Al buscar la verdad, el masón debe superar las sombras de la ignorancia y el prejuicio, aspirando a comprender las leyes que rigen tanto el mundo físico como el espiritual.
La búsqueda de la verdad también implica un compromiso ético. En las logias, el masón aprende que la verdad debe ser compartida con humildad y discernimiento, siempre al servicio del bien común. Este compromiso resalta la importancia de la sinceridad y la transparencia en las relaciones humanas, cualidades esenciales para construir confianza y fraternidad.
Lo bueno, lo bello y lo verdadero
En la filosofía masónica, estos tres principios no son independientes, sino interdependientes. Lo bueno, lo bello y lo verdadero forman una tríada indivisible que guía al iniciado hacia la iluminación espiritual y la perfección moral.
Lo bueno inspira lo bello: Una vida virtuosa genera armonía y belleza en las relaciones humanas y en el entorno.
Lo bello refleja lo verdadero: La belleza en el mundo y en nuestras acciones es un espejo de las verdades universales.
Lo verdadero fundamenta lo bueno: Solo al comprender las leyes del universo y las verdades éticas podemos actuar con bondad genuina.
Esta integración se refleja en la logia, donde cada detalle está diseñado para educar y transformar al iniciado, desde las enseñanzas hasta los rituales simbólicos. La logia misma es una manifestación de esta triada, un espacio donde se busca la perfección moral, la armonía y la sabiduría.
“En un mundo marcado por el materialismo, el relativismo y la discordia, los ideales de lo bueno, lo bello y lo verdadero son más relevantes que nunca. Para los masones, estos principios no solo son ideales filosóficos, sino herramientas prácticas para construir un mundo mejor”
Lo bueno: En la actualidad, significa actuar con ética en nuestras comunidades, defendiendo la justicia y los derechos humanos.
Lo bello: Implica buscar la armonía en nuestras relaciones y en nuestro impacto en el medio ambiente.
Lo verdadero: Nos desafía a combatir la desinformación y a comprometernos con la educación y el pensamiento crítico.
“Lo bueno, lo bello y lo verdadero” son más que conceptos abstractos; son principios vivos que orientan al masón en su camino hacia la perfección personal y colectiva. Esta triada simboliza la esencia misma de la masonería, una búsqueda constante de virtud, armonía y sabiduría bajo la guía del Gran Arquitecto del Universo.
“Al integrar estos ideales en nuestra vida cotidiana, no solo nos transformamos a nosotros mismos, sino que también contribuimos a la edificación de un mundo más justo, hermoso y verdadero”