“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” Juan 11:25
El misterio de la resurrección de Jesús es, sin duda, el fundamento central del cristianismo. No hay dogma más trascendental en la fe cristiana que la afirmación de que, al tercer día después de su muerte en la cruz, Jesús venció a la muerte y retornó a la vida. Esta idea ha sido objeto de interpretaciones teológicas, filosóficas y, en tiempos modernos, intentos de abordajes científicos.
Desde un punto de vista masónico, no podemos limitarnos a una visión exclusivamente dogmática ni a una negación materialista. La Masonería, en su búsqueda de la Luz, se interesa por el significado profundo de los símbolos y las verdades universales que subyacen en los mitos y las doctrinas religiosas. La Resurrección de Cristo no es solo una cuestión de fe, sino un símbolo de un principio espiritual y filosófico que atraviesa la historia de la humanidad.
La resurrección como principio filosófico universal
Si analizamos el concepto de resurrección más allá del cristianismo, encontramos que la idea de la muerte y el renacimiento es una constante en diversas tradiciones espirituales. Platón, en su diálogo “Fedón”, ya hablaba de la inmortalidad del alma y su separación del cuerpo como un proceso de purificación. En la mitología egipcia, Osiris es desmembrado y luego reconstruido por Isis, volviendo a la vida en un plano superior. La alquimia, una de las influencias fundamentales del pensamiento masónico, sostiene la necesidad de la “muerte” de la materia bruta para transmutarla en oro, es decir, en su estado más puro.
Desde esta mirada, la Resurrección de Jesús puede ser interpretada como el triunfo del espíritu sobre la materia, la confirmación de que la verdadera vida no se encuentra en la existencia corporal sino en la trascendencia del alma. Como bien decía el filósofo danés Søren Kierkegaard, la Resurrección no es solo un evento histórico, sino la prueba de que el individuo puede superar su finitud y elevarse hacia la eternidad.
En términos masónicos, la muerte de Jesús simboliza la caída del hombre en la ignorancia, la oscuridad de lo profano, mientras que su resurrección es el retorno a la Luz, el renacimiento del espíritu en el conocimiento superior. Como el Aprendiz en la Logia, que “muere” a su estado anterior y resurge como un hombre nuevo, iluminado por la sabiduría, Jesús representa el paradigma del iniciado supremo que trasciende la muerte y alcanza la perfección espiritual.
La resurrección desde una perspectiva teológica
En la teología cristiana, la Resurrección de Jesús es interpretada como la prueba definitiva de su divinidad. San Pablo, en su primera carta a los Corintios, es tajante: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, vana también es vuestra fe” (1 Corintios 15:14). Es decir, sin la Resurrección, el cristianismo no tendría fundamento alguno.
San Agustín, uno de los más influyentes pensadores cristianos, argumentaba que la Resurrección es el cumplimiento de la promesa divina de redención. En su obra La Ciudad de Dios, señala que, así como Adán introdujo la muerte en el mundo, Cristo, como “nuevo Adán”, introduce la vida eterna.
Santo Tomás de Aquino, en su Summa Theologica, plantea que la Resurrección de Jesús no solo confirma su divinidad, sino que es un anticipo de la resurrección futura de toda la humanidad. Para él, el cuerpo glorificado de Cristo después de la resurrección es la muestra de lo que le espera a los justos en el día del Juicio Final.
Desde una óptica masónica, esta visión teológica puede entenderse en términos de la evolución del alma. La muerte no es un fin, sino un paso en el sendero de la perfección. Jesús, al resucitar, no solo demuestra su poder divino, sino que también enseña que el destino del hombre no está en la materia, sino en la Luz eterna.
¿Un hecho histórico o un simbolismo profundo?
La Resurrección de Jesús ha sido objeto de debates históricos. Si bien la fe sostiene su carácter milagroso, los historiadores buscan evidencia de su veracidad. Los evangelios nos dicen que las mujeres fueron las primeras en ver el sepulcro vacío y que Jesús se apareció luego a sus discípulos. Sin embargo, estos relatos presentan diferencias en los detalles, lo que lleva a algunos estudiosos a interpretarlos como construcciones teológicas más que como hechos verificables.
Bart Ehrman, reconocido estudioso del cristianismo primitivo, sostiene que la Resurrección es una creencia desarrollada por los primeros seguidores de Jesús ante la necesidad de dar sentido a su muerte. Rudolf Bultmann, en su enfoque de “desmitologización” de la Biblia, afirma que la Resurrección debe entenderse simbólicamente, no como un evento físico sino como la afirmación de la presencia continua de Cristo en la comunidad cristiana.
Desde la visión masónica, lo importante no es la veracidad histórica de la Resurrección, sino su significado. La pregunta no es si Jesús salió físicamente del sepulcro, sino qué representa ese hecho en el camino de la evolución espiritual del ser humano.
La resurrección y la ciencia: ¿es posible la vida después de la muerte?
Desde un enfoque científico, la idea de que un cuerpo muerto vuelva a la vida desafía las leyes naturales. La neurociencia moderna ha demostrado que la conciencia está ligada al funcionamiento del cerebro, y una vez que este cesa sus funciones, la actividad mental se extingue. Sin embargo, en los últimos años han surgido estudios sobre experiencias cercanas a la muerte (ECM), donde personas clínicamente muertas han reportado visiones de “luz”, encuentros con seres queridos y sensación de trascendencia.
El Dr. Raymond Moody, en su libro Vida después de la vida, analiza numerosos testimonios de personas que, tras un paro cardíaco, afirman haber experimentado una realidad más allá de la muerte. Si bien la ciencia aún no tiene una explicación definitiva, estos casos reabren la cuestión de si la conciencia puede existir fuera del cuerpo.
Desde la interpretación masónica, estos estudios no prueban la resurrección en términos físicos, pero refuerzan la idea de que la muerte no es el final. La Masonería siempre ha sostenido que el hombre es más que su cuerpo material y que su destino no se limita a esta existencia terrenal.
La Resurrección como Símbolo Iniciático
La Resurrección de Jesús, más allá de su historicidad, encierra una verdad universal:
“la transformación del ser humano. Es el paso de la oscuridad a la Luz, del caos al orden, de la ignorancia al conocimiento”
Para la Masonería, este es el mensaje más profundo. Cada iniciado, en su camino, debe “morir” a su vieja existencia para renacer en una nueva conciencia. La Resurrección de Cristo no es solo un evento religioso, sino el símbolo eterno de que la verdadera vida no es la biológica, sino la del espíritu.
En última instancia, la gran pregunta no es si Jesús resucitó al tercer día, sino si nosotros, cada día, estamos dispuestos a resucitar de nuestras propias tinieblas para caminar hacia la Luz.






