La Pascua, entre la tradición hebrea y cristiana

“Ambas celebraciones, Pésaj y la Pascua cristiana, son un canto a la liberación: una, del yugo de la esclavitud; la otra, del poder del pecado y la muerte, ambas guiando al ser humano hacia la esperanza y la redención”

La Pascua, tanto en la tradición hebrea como en la cristiana, es una celebración de gran trascendencia espiritual, histórica y simbólica. Aunque ambas tradiciones comparten raíces y elementos fundamentales, sus significados y fechas de celebración difieren significativamente. Analizaremos en profundidad los orígenes, significados y métodos para determinar la fecha de celebración de la Pascua en ambas tradiciones.

La Pascua hebrea

En la tradición hebrea, la Pascua, conocida como “Pésaj”, conmemora la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, un evento descrito en el libro del Éxodo. Según la narrativa bíblica, Moisés, bajo la guía de Dios, lideró a los israelitas fuera de Egipto tras las diez plagas, culminando en la muerte de los primogénitos egipcios. El Ángel de la Muerte “pasó por alto” (de ahí el términoPésaj”) las casas de los israelitas, protegidas por la sangre de un cordero sacrificado.

El “Pésaj” tiene múltiples significados:

Liberación física y espiritual: Representa la emancipación del pueblo judío de la opresión y su camino hacia la formación de una identidad como nación bajo las leyes divinas. Renovación y transformación: Simboliza el paso de la esclavitud a la libertad, un arquetipo aplicable a todos los procesos de crecimiento personal y espiritual. Rito de memoria: La Pascua hebrea es un recordatorio continuo de la relación especial entre Dios y su pueblo, reforzada por el pacto del Sinaí.

La festividad comienza el 15 de Nisán, según el calendario hebreo, que es lunisolar. Durante siete días (ocho en la diáspora), los judíos evitan el consumo de alimentos fermentados  “jametz”  y comen pan sin levadura  “matzá”, recordando la prisa con la que abandonaron Egipto.

La Pascua cristiana

En la tradición cristiana, la Pascua celebra la resurrección de Jesucristo, el evento central de la fe cristiana. Según los evangelios, Jesús fue crucificado, murió y resucitó al tercer día, marcando la victoria sobre el pecado y la muerte.

El simbolismo de la Pascua cristiana se basa en varios elementos: 

Redención y vida eterna: Representa la culminación del sacrificio de Jesús como el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo.  Renacimiento espiritual: La resurrección de Cristo simboliza la esperanza de una vida nueva y la transformación interior de los creyentes.  Continuidad y reinterpretación del “Pésaj” judío: Los primeros cristianos, muchos de ellos judíos, reinterpretaron el “Pésaj” a la luz de la muerte y resurrección de Jesús, vinculando el sacrificio del cordero pascual con el sacrificio de Cristo.

La Pascua cristiana se celebra el domingo siguiente a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera (21 de marzo). Este cálculo proviene del Concilio de Nicea (325 d.C.), que buscó unificar la fecha de celebración entre las diferentes comunidades cristianas.

Diferencias en las fechas de celebración 

La discrepancia en las fechas de la Pascua judía y cristiana se debe a las diferencias entre los calendarios utilizados:

Calendario hebreo: Es lunisolar, lo que significa que las fechas de sus festividades dependen tanto del ciclo lunar como del ciclo solar. El 15 de Nisán siempre coincide con la primera luna llena de la primavera en el hemisferio norte. Calendario cristiano: Aunque también considera la luna llena, se basa en el calendario gregoriano (solar), lo que introduce variaciones con respecto al calendario hebreo.  Además, las tradiciones cristianas ortodoxas, que siguen el calendario juliano, celebran la Pascua en una fecha diferente a las iglesias occidentales.

Cómo se determina la fecha de la Pascua

Pascua judía: Se fija según el calendario hebreo y siempre comienza el 15 de Nisán. La fecha varía cada año en el calendario gregoriano, pero suele caer en marzo o abril.

Pascua cristiana: Se calcula de la siguiente manera:

Determinar el equinoccio de primavera (21 de marzo).  Identificar la primera luna llena después del equinoccio.  Celebrar la Pascua el primer domingo posterior a esa luna llena.

Esta diferencia de cálculos explica por qué la Pascua cristiana no siempre coincide con el “Pésaj”.

Análisis simbólico

Desde un enfoque masónico, la Pascua, tanto en su interpretación hebrea como cristiana, puede ser vista como un símbolo universal de transformación, liberación y trascendencia:

El “Pésaj” judío resuena con el ideal masónico de liberarse de las cadenas de la ignorancia y la opresión, recordando al iniciado que el camino hacia la luz requiere valentía y esfuerzo. La Pascua cristiana simboliza la muerte del viejo yo y el renacimiento espiritual, un proceso que se refleja en los rituales masónicos de iniciación.

Ambas tradiciones comparten la idea de un viaje espiritual, ya sea hacia la tierra prometida o hacia la vida eterna. Para la masonería, esta convergencia de significados es un recordatorio de que la verdad puede expresarse de múltiples formas, todas ellas válidas y complementarias.

Mircea Eliade, en su análisis de los mitos de renacimiento, señala que la Pascua cristiana y el “Pésaj” judío son ejemplos de ritos que conectan al individuo con un tiempo sagrado, rompiendo la linealidad del tiempo profano.

Karen Armstrong, historiadora de la religión, destaca que ambas tradiciones reflejan una búsqueda de sentido en el sufrimiento y una esperanza de redención, valores profundamente humanos.

Thomas Cahill, autor de “Los dones de los judíos”, enfatiza cómo el “Pésaj” introdujo la idea de la libertad como un derecho inalienable, un concepto que ha influido en las tradiciones occidentales.

La Pascua, en sus manifestaciones hebrea y cristiana, es mucho más que una celebración religiosa; es un símbolo de los anhelos más profundos de la humanidad: la liberación, la transformación y la esperanza en un futuro mejor. Aunque las fechas y los rituales difieran, ambas tradiciones comparten un núcleo simbólico que trasciende las barreras culturales y religiosas.

Desde la mirada masónica, la Pascua invita a reflexionar sobre el viaje del alma hacia la luz, recordándonos que la verdadera libertad y trascendencia solo pueden alcanzarse a través del conocimiento, la fe y la acción justa. Así, esta festividad nos une en la búsqueda común de significado y redención, celebrando el eterno ciclo de muerte y renacimiento que define nuestra existencia.