“La escalera”

“No mires la escalera entera. Solo mira el primer escalón. Un pensamiento a la vez, una tarea a la vez, un día a la vez”

 

La frase es una reflexión que resuena profundamente con los principios de la masonería, tanto en términos filosóficos como en la estructura misma de la enseñanza masónica.

 

El simbolismo de la escalera en la masonería

Uno de los símbolos más reconocidos dentro de la masonería es el de la escalera, particularmente la Escalera de Jacob, que representa el viaje ascendente del alma hacia el conocimiento, la luz y, en última instancia, la perfección espiritual. La escalera es un símbolo de progreso y aspiración, y está compuesta por varios peldaños que representan virtudes o grados en el camino hacia la iluminación. Cada escalón es un paso que el iniciado debe tomar de manera consciente y deliberada, con el entendimiento de que el conocimiento y el progreso espiritual no se obtienen de una vez, sino a través de un esfuerzo sostenido y progresivo.

La frase que analizamos refleja precisamente este enfoque: no es necesario ni prudente intentar comprender o conquistar toda la escalera de una sola vez. En lugar de abrumarse con la magnitud de la tarea por delante, la masonería enseña a los iniciados a enfocarse en el peldaño inmediato, en el trabajo del día a día. Este enfoque gradual no solo permite un progreso sostenido, sino que también fomenta la introspección y el autoconocimiento, que son esenciales en la vida masónica.

 

El primer escalón: el inicio de la búsqueda

En la masonería, el primer escalón que se enfrenta es la propia iniciación. El ingreso a la Orden es una especie de primer peldaño en una escalera que puede parecer infinita. Es en este momento cuando se invita al neófito a dar ese primer paso hacia la luz, en un acto simbólico de abandonar la oscuridad de la ignorancia. Este proceso no solo es un acto de humildad, sino también de paciencia. El iniciado no puede conocer todo el conocimiento masónico en su primer día, ni es posible que comprenda completamente los misterios que le son revelados en esa primera ceremonia.

Sin embargo, el mensaje que se desprende de la frase “mira solo el primer escalón” es crucial en este contexto. Si bien la totalidad del camino masónico puede parecer abrumadora, el enfoque debe estar en el aquí y el ahora, en lo que se tiene frente a uno. Para los masones, este primer escalón simboliza la apertura de la mente y el corazón hacia la búsqueda de la verdad, un paso que, aunque modesto en apariencia, marca el inicio de un viaje que puede durar toda una vida.

 

Un pensamiento a la vez: la importancia de la concentración y el enfoque

La masonería enseña a sus adeptos a desarrollar el autocontrol, la disciplina y la concentración. La idea de “un pensamiento a la vez” nos habla de la importancia de mantener el enfoque en el presente, una enseñanza que resuena fuertemente en los rituales y enseñanzas masónicas. El masón es animado a meditar en cada uno de los símbolos que se le presentan, a reflexionar profundamente sobre sus implicaciones, y a no apresurarse en su interpretación.

En un sentido más práctico, “un pensamiento a la vez” refleja la necesidad de abordar el conocimiento con una mente clara y enfocada, evitando la dispersión mental que puede resultar de intentar abarcar demasiado al mismo tiempo. El conocimiento masónico se presenta en etapas, y cada etapa requiere un estudio cuidadoso y paciente.

La masonería no busca inundar a sus miembros con información, sino más bien invitarles a una exploración introspectiva y metódica de cada lección que reciben.

 

Una tarea a la vez: la labor masónica

En la masonería, la construcción es una metáfora central. El masón es, simbólicamente, un constructor que trabaja en la edificación de su propio templo interior. Esta construcción, como cualquier obra importante, no puede completarse de una vez. Cada piedra debe ser colocada con cuidado, cada tarea debe ser realizada con diligencia. En este sentido, “una tarea a la vez” resuena con el enfoque del trabajo masónico: no se trata de terminar lo más rápido posible, sino de hacer cada parte del trabajo con precisión y dedicación.

El ritual masónico está lleno de trabajos simbólicos, y cada uno de ellos es una tarea que el masón debe completar a su debido tiempo. El simbolismo de la piedra bruta, por ejemplo, refleja esta noción. El masón debe trabajar en sí mismo, limando las asperezas de su carácter y perfeccionando su ser, pero este trabajo no puede hacerse de golpe. Cada defecto o imperfección se corrige con esfuerzo, una a la vez, hasta que la piedra esté lista para ser parte del edificio espiritual que cada masón está construyendo.

 

Un día a la vez: la vida como un proceso continuo

La masonería enseña que la vida es un proceso continuo de aprendizaje y mejoramiento. “Un día a la vez” es una máxima que invita a los masones a vivir conscientemente, enfocados en el presente, sin dejarse abrumar por el futuro o por los fracasos del pasado. El masón aprende que cada día es una nueva oportunidad para avanzar un paso más en su viaje espiritual, para aprender algo nuevo, para corregir un error, o para ayudar a otro hermano en su propio viaje.

Esta enseñanza no solo es útil en el ámbito masónico, sino que también tiene un valor profundo para la vida en general. Vivir “un día a la vez” es una invitación a la paciencia, la humildad y la perseverancia, valores que están en el centro de la vida masónica. Al igual que la construcción de un edificio toma tiempo, la construcción del carácter y el espíritu también requiere un compromiso constante y diario. No hay atajos en este viaje; cada día ofrece la oportunidad de trabajar en uno mismo y en el mundo que nos rodea.

 

La escalera entera: el camino hacia la perfección

Si bien la frase aconseja no mirar la escalera entera, es importante reconocer que la escalera no desaparece. El objetivo final del masón es, en última instancia, ascender todos los escalones, alcanzar la perfección espiritual y moral que se simboliza en el Grado de Maestro. Sin embargo, la perfección no es algo que se logre de manera inmediata, sino que es el resultado de un trabajo continuo, de la acumulación de experiencias, conocimientos y crecimiento personal.

En este sentido, la escalera representa no solo el progreso hacia un objetivo final, sino también el reconocimiento de que cada escalón tiene su propia importancia. Cada paso que da el masón en su vida es significativo y necesario, y no hay atajos hacia la cima. La frase “no mires la escalera entera” no significa ignorar el objetivo final, sino más bien aprender a valorarlo mediante el esfuerzo constante y consciente en cada etapa del camino.

 

la lección masónica del presente

Desde una perspectiva masónica, la frase “No mires la escalera entera. Solo mira el primer escalón. Un pensamiento a la vez, una tarea a la vez, un día a la vez” encapsula una profunda enseñanza sobre la importancia del presente, el valor del trabajo gradual y la necesidad de la paciencia en el camino hacia la iluminación. Los masones entienden que la vida es un viaje, y que cada paso en ese viaje tiene un propósito. El masón no debe apresurarse, ni desanimarse por la magnitud del desafío, sino que debe avanzar con determinación, con la certeza de que cada pequeño paso lo acerca más a la verdad.

Este enfoque también nos recuerda que la masonería es, ante todo, una filosofía de vida. No se trata simplemente de acumular conocimiento, sino de aplicarlo de manera consciente y deliberada en la vida diaria. Cada día, cada pensamiento y cada tarea son oportunidades para crecer, para aprender y para mejorar, tanto en el ámbito personal como en el espiritual. Al final, el masón sabe que no es la velocidad con la que sube la escalera lo que importa, sino la calidad de cada paso que da en su ascenso hacia la luz.