Génesis 3:1-24

El relato de Génesis 3:1-24, conocido popularmente como la “Caída del Hombre”, es uno de los pasajes más icónicos y debatidos en la teología judeocristiana. Este pasaje narra la desobediencia de Adán y Eva al mandato divino de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, lo que lleva a su expulsión del Jardín del Edén. Este episodio es fundamental para la comprensión de la naturaleza del pecado, la condición humana y la relación entre Dios y la humanidad.

Desde una mirada masónica, el relato adquiere dimensiones simbólicas que trascienden la interpretación literal. La Francmasonería, con su enfoque en el conocimiento, la moralidad y el autodescubrimiento, ofrece una visión particular sobre los temas de la tentación, la caída y la redención presentes en este pasaje.

 

 

En Génesis 3:1-24, la serpiente, descrita como “más astuta que todos los animales del campo”, engaña a Eva para que coma del fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Eva, seducida por la promesa de que se volverá “como Dios, sabiendo el bien y el mal”, come del fruto y lo comparte con Adán, quien también lo consume.

Tras comer del fruto, ambos se dan cuenta de su desnudez y sienten vergüenza, cubriéndose con hojas de higuera. Cuando Dios los confronta, Adán culpa a Eva, y Eva a la serpiente. Como consecuencia de su desobediencia, Dios maldice a la serpiente, hace que el parto sea doloroso para las mujeres y decreta que los hombres trabajarán con esfuerzo para obtener su sustento. Finalmente, Adán y Eva son expulsados del Jardín del Edén para evitar que también coman del árbol de la vida y vivan eternamente en su estado caído.

 

Análisis Teológico

El relato de la Caída es crucial en la doctrina cristiana, ya que establece la base para la comprensión del pecado original. Este concepto sostiene que el pecado de Adán y Eva introdujo la corrupción y la muerte en el mundo, afectando a toda la humanidad. La desobediencia a Dios, motivada por el deseo de ser como Él, es vista como el origen de la separación entre el hombre y lo divino.

Desde una visión teológica, el relato no solo explica el origen del mal en el mundo, sino que también refleja la condición humana: una tensión constante entre la obediencia a Dios y el deseo de autonomía. El conocimiento del bien y del mal, que Adán y Eva adquieren al comer del fruto, simboliza la capacidad humana para hacer elecciones morales, pero también la inclinación hacia el pecado.

 

La serpiente en el relato ha sido tradicionalmente identificada con Satanás, aunque el texto no lo dice explícitamente. Su papel como tentador subraya la presencia de una fuerza externa que incita a la desobediencia, sugiriendo que el mal tiene tanto una dimensión interna (el deseo humano) como una externa (la tentación).

La expulsión del Jardín del Edén simboliza la pérdida de la comunión directa con Dios y el inicio de una existencia marcada por el sufrimiento y la muerte. Sin embargo, dentro de la teología cristiana, este evento también prepara el camino para la redención a través de Jesucristo, visto como el “nuevo Adán” que repara la desobediencia del primero.

 

 

Análisis Masónico

En la interpretación masónica, el relato del Génesis es visto principalmente como un mito de origen que contiene verdades simbólicas sobre la naturaleza humana y el proceso de iluminación espiritual. La Francmasonería, con su énfasis en la búsqueda del conocimiento y la verdad, ve la Caída no tanto como una tragedia, sino como un paso necesario en el camino hacia la iluminación.

La serpiente, aunque tradicionalmente asociada con el mal, puede ser interpretada en el contexto masónico como un símbolo de la sabiduría y la transformación. En muchas culturas, la serpiente es un símbolo de regeneración y conocimiento, lo que sugiere que el acto de desobediencia en el Jardín del Edén podría representar la transición de la inocencia a la experiencia, un proceso necesario para el crecimiento espiritual.

El fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal simboliza el conocimiento dual, la capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, que es esencial para el libre albedrío. Para los masones, este conocimiento es un paso crucial en el viaje hacia la perfección moral y espiritual.

La expulsión del Edén puede ser vista como una metáfora del estado actual de la humanidad, fuera del “paraíso” de la ignorancia, enfrentando los desafíos del mundo material mientras busca regresar al estado de unión con lo divino. Este retorno no es un simple regreso a la inocencia, sino un ascenso a un nivel superior de comprensión y comunión con lo sagrado.

 

Simbolismo en el Relato

El relato está lleno de simbolismo que es relevante tanto para la teología como para la masonería. El árbol del conocimiento del bien y del mal puede ser visto como un símbolo del conocimiento esotérico, aquel que no es accesible a todos y que requiere de una iniciación para ser comprendido.

La serpiente, como se mencionó antes, tiene un simbolismo dual. En la masonería, puede representar la tentación, pero también el desafío necesario que impulsa al individuo a crecer y a buscar la verdad.

La desnudez de Adán y Eva después de comer del fruto es un símbolo de la vulnerabilidad y la vergüenza que surgen cuando uno se vuelve consciente de su imperfección. La acción de cubrirse refleja la tendencia humana a ocultar sus debilidades, pero también el inicio de la autoconciencia, un paso crucial en el desarrollo espiritual.

La expulsión del Edén, desde una perspectiva masónica, no es solo un castigo, sino una oportunidad para que la humanidad demuestre su valía y crezca a través del trabajo y la experiencia. En lugar de lamentar la pérdida del paraíso, el enfoque masónico se centra en la construcción de un nuevo “templo” espiritual, en el que cada individuo es un “obrero” que labra su piedra bruta para convertirla en una piedra pulida.

 

El relato de Génesis 3:1-24 ofrece una rica fuente de reflexión tanto para la teología como para la masonería. Desde la perspectiva teológica, aborda la naturaleza del pecado, la condición humana y la necesidad de redención. Desde el enfoque masónico, el relato es una alegoría del viaje espiritual, en el que la búsqueda del conocimiento y la verdad es fundamental.

Ambas interpretaciones, aunque diferentes en enfoque, subrayan la importancia del libre albedrío, la responsabilidad moral y el crecimiento espiritual. La Caída no es vista simplemente como una tragedia, sino como un paso necesario en el camino hacia la iluminación, un tema central tanto en la doctrina cristiana como en la filosofía masónica. A través de este relato, se nos recuerda que la verdadera sabiduría y la perfección espiritual no son dadas, sino que deben ser buscadas, trabajadas y merecidas.