En la espesa neblina del pasado masónico, emerge la expresión enigmática: “El saco de la viuda”. Este término, que se originó en la masonería operativa, trasciende el tiempo y se desliza de los cimientos de la construcción arquitectónica hacia los pilares de la masonería especulativa. En sus orígenes, este saco contenía alimento y sustento, pero su transformación espectral lo ha llevado a adquirir significados más simbólicos y altruistas.
Orígenes del Saco de la viuda
En los días de la masonería operativa, “El saco de la viuda” era literalmente un gesto de solidaridad hacia las familias de los constructores fallecidos durante la edificación de templos y catedrales. Este saco, lleno de provisiones, se entregaba a las viudas como una muestra tangible de apoyo y compasión en tiempos difíciles.
A medida que la masonería transitaba del martillo y el cincel al simbolismo especulativo, la connotación de “El saco de la viuda” se transformaba. En la masonería especulativa, se convirtió en un símbolo de caridad, solidaridad y filantropía. Hoy en día, este concepto persiste como un recordatorio de la responsabilidad moral y social que los masones tienen hacia sus hermanos y sus familias.
Albert Mackey, un influyente masón del siglo XIX, en su obra “Encyclopedia of Freemasonry” (Enciclopedia de la Francmasonería), reflexiona sobre la evolución de la masonería y cómo los antiguos gestos de solidaridad se han traducido en principios filantrópicos. Mackey destaca que “El saco de la viuda” simboliza el deber ineludible de los masones de apoyarse mutuamente, un principio arraigado en la hermandad y la compasión.
Referencia actual
Hoy en día, la expresión persiste como una llamada a la acción, recordando a los masones su compromiso con la caridad y la solidaridad. En el corazón de este simbolismo reside la noción de que, al igual que antaño se brindaba sustento material a las viudas, ahora se busca proporcionar apoyo moral, educativo y financiero a aquellos hermanos y sus familias que lo necesitan.
En esta sinfonía masónica, la caridad y la solidaridad se entrelazan como hilos dorados en un tejido intrincado. La caridad no es solo un acto puntual, sino una disposición continua a extender la mano fraternal en tiempos de necesidad.
La solidaridad, por otro lado, es el cimiento sobre el cual se erige la hermandad masónica, una conexión profunda que trasciende lo material y se convierte en un pacto de apoyo mutuo.
En el telar de la masonería, “El saco de la viuda” resuena como una melodía atemporal, recordándonos que, en la alquimia de la caridad y la solidaridad, los masones moldean un mundo donde la compasión es la piedra angular.
En la construcción de este edificio etéreo, cada gesto de caridad es un ladrillo, cada acto solidario, una columna que sostiene la estructura de la fraternidad masónica. Así, “El saco de la viuda” se convierte en una expresión de amor fraterno, una obra maestra de benevolencia que trasciende el tiempo y se erige como un faro en la vastedad de la humanidad.
Poesía El Saco de la viuda:
En el saco de la viuda, el gesto revelador,
Solidaridad y caridad, brindan su resplandor.
Filantropía tejida en cada hilo fino,
La viuda encuentra alivio en este don divino.
Manos que se extienden con fraternidad,
En el saco, la ayuda, una noble realidad.
En la sombra de la pena, la luz de la hermandad,
Brota como flor de amor y sinceridad.
Cada moneda, un acto de generosidad,
El saco de la viuda, símbolo de humildad.
En la trama de la vida, el tejido del bien,
La Masonería muestra su noble edén.
Que el saco de la viuda sea la señal,
De la fraternidad que nunca dejará de brillar.
Caridad en cada gesto, como estrella guía,
En el universo masónico, la solidaridad es poesía.