El libre albedrío es una condición sumamente relevante en la masonería. Si buscamos una definición más precisa, el libre albedrío se refiere a la facultad que posee cualquier ser humano de tomar decisiones sin restricciones, es decir, actuar según su propio entendimiento, pensamiento y razonamiento, tanto en el presente como en el futuro.
Evidentemente, debemos considerar el libre albedrío no solo desde tiempos pasados, sino también en la sociedad actual en la que estamos inmersos. El objetivo de la masonería es mantener una conducta concreta pero elegante, ética y moral en todo momento. Esto se logra mediante la reflexión, actuando como masón y actuando como iniciado.
Debemos diferenciarnos de los animales, ya que nosotros pensamos y, al hacerlo correctamente, evitamos ser arrastrados por las circunstancias de la vida profana. Así, al levantarnos, trabajar, ir al cine, cenar, ver televisión y acostarnos, quizás el libre albedrío no solo actúa, sino que se mantiene en una perspectiva cómoda de pasar el tiempo y los días.
El libre albedrío y la masonería
El esfuerzo diario es fundamental, ya que nos permite encontrar una nueva perspectiva cada día al levantarnos y trabajar en positivo. Aunque esta idea puede aplicarse también a la vida cotidiana, nos estamos refiriendo a la vida iniciática, la cual hemos elegido conscientemente.
En este contexto, es crucial saber reconocer y controlar nuestros vicios, comodidades y egoísmos, al mismo tiempo que evaluamos los posibles beneficios efímeros que ciertas conductas nos proporcionan. La reflexión posterior nos ayudará a discernir cuáles de estas acciones son verdaderamente correctas
La masonería, en realidad, nos invita a buscar la verdad y la luz. Si se hace correctamente, es cuando actuamos bien y, por ende, nos volvemos libres. Existe aquel dicho que afirma que la verdad nos hará libres, ¿lo recordáis? Sin embargo, algunos filósofos sostienen que el libre albedrío no existe, sino que es simplemente una percepción. Se trata de escoger sabiamente y aprovechar nuestras elecciones
La masonería, en un momento determinado, nos invita a actuar bajo sus principios, siempre buscando la fraternidad universal y conducirnos con decencia y moral. En esencia, nos impulsa a diferenciar entre lo positivo y lo negativo, entre lo bueno y lo malo, y a actuar en consecuencia.
Sin embargo, también debemos considerar que, al elegir lo mejor para nosotros dentro de un marco moral y social, debemos tener en cuenta que nuestro prójimo también hace lo mismo. A veces, nuestras acciones pueden afectar la percepción de lo que está sucediendo en la vida de los demás: nuestros hermanos, nuestros semejantes. Por lo tanto, debemos buscar armonizar positivamente nuestra vida, siempre actuando en beneficio del bien común.
El camino del libre albedrío
Parece obvio, pero es difícil, ya que nos hace reflexionar cada día. Nos alejamos de lo que solíamos decir antes, a medida que los días pasan y nosotros también nos adaptamos. Verdaderamente, esto debería hacernos cambiar de perspectiva.
Si reflexionamos, cada uno de nosotros tiene una especie de guía interna, no necesariamente un ángel de la guarda, sino algo que nos indica lo que está bien y lo que está mal. A partir de aquí, debemos actuar, no como si estuviéramos sujetos a una condición, sino con libre albedrío.
Debemos hacer lo que realmente queremos, sin que nadie nos imponga nada. Nuestra acción debe ser beneficiosa, sin perjudicar a nadie, y siempre dentro de los principios de la fraternidad universal, que debería ser nuestro faro y objetivo constante.
Evidentemente, también entramos en otra concepción. Nos sumergimos en los automatismos de los que hemos hablado. Sin embargo, cuando estos automatismos se presentan, debemos saber diferenciarlos de manera positiva. Debemos reconocer que a menudo nos conducen hacia la pasividad ante la vida y hacia un egoísmo innato. A veces, aunque las cosas parezcan estar bien en un momento dado, es crucial estar alerta, ya que pueden ser engañosas.
Conclusión
Debemos estar dispuestos a cambiar y actuar con libre albedrío, siempre dentro de los límites de principios correctos. Estos principios incluyen llevar una buena vida, equilibrando el trabajo, el descanso y el disfrute. Pero, sobre todo, debemos vivir el carpe diem, aprovechando el tiempo al máximo, siempre actuando bajo nuestra propia condición.
El libre albedrío, como dice la definición, es no dejarnos sujetar por nadie. Este “nadie” puede ser, en un momento determinado, amigos, determinados medios de comunicación o incluso las redes sociales. Especialmente en la era actual del internet, donde las noticias llegan de manera instantánea, debemos saber diferenciar entre lo verdadero y lo falso.
Esto implica condicionar nuestra manera de ser y actuar. En definitiva, el libre albedrío nos permite elegir cómo interpretamos y reaccionamos ante la información que recibimos.