El culto al demonio

“Masonería y Satanismo”

La Masonería, una institución basada en valores como la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha sido a lo largo de su historia objeto de críticas, incomprensiones y acusaciones infundadas. Entre las más controvertidas está la asociación de la Masonería con el satanismo, el culto al demonio o la adoración del diablo. Este vínculo, aunque infundado, ha persistido en ciertos sectores debido a malentendidos, prejuicios y la manipulación de información. Es esencial abordar esta cuestión con profundidad, desmitificar estos señalamientos y reflexionar sobre las razones subyacentes de estas asociaciones.

“El origen de la asociación entre masonería y satanismo”

La Masonería surgió en un contexto histórico donde la religión, especialmente en Europa, ejercía un dominio hegemónico sobre la sociedad. El carácter laico y pluralista de la Masonería, que permite la libertad de culto y pensamiento, fue percibido como una amenaza por instituciones religiosas. Esto dio lugar a la difusión de ideas que vinculaban a los masones con prácticas heréticas o demoníacas.

Un caso emblemático fue la publicación de la “Taxil Hoax” en el siglo XIX, una serie de escritos ficticios de Léo Taxil, quien afirmó que la Masonería adoraba a una figura demoníaca llamada Baphomet. Aunque Taxil confesó públicamente que sus acusaciones eran una farsa, las ideas que promovió persistieron y alimentaron la desconfianza hacia los masones.

La Masonería emplea un lenguaje simbólico y alegórico en sus rituales y enseñanzas. Símbolos como el compás, la escuadra o el ojo que todo lo ve tienen un profundo significado filosófico y espiritual, pero han sido erróneamente interpretados como signos de prácticas ocultistas o demoníacas. El símbolo de Baphomet, asociado erróneamente a la Masonería, en realidad proviene de la iconografía esotérica del ocultista Eliphas Levi y no tiene conexión alguna con las logias.

El secreto masónico y la ignorancia

La discreción inherente a la Masonería, reflejada en sus rituales y reuniones cerradas, ha generado un aire de misterio que ha sido explotado por críticos para vincularla con prácticas ocultas. Sin embargo, esta discreción tiene como objetivo preservar la privacidad de los miembros y proteger la transmisión de enseñanzas éticas y filosóficas, no encubrir actividades malintencionadas.

El satanismo, como práctica, ha sido históricamente asociado a la rebeldía contra el dogma religioso, y algunas de sus vertientes modernas promueven el individualismo extremo. En contraposición, la Masonería aboga por el perfeccionamiento moral y espiritual del individuo en armonía con los demás. Sus valores se centran en la construcción de un mundo más justo y en el respeto por todas las creencias.

La Masonería exige a sus miembros la creencia en un Ser Supremo, que cada individuo puede interpretar según su fe personal, ya sea como Dios, el Gran Arquitecto del Universo u otro concepto. Este principio excluye cualquier adoración a figuras como Satanás, que se asocia más a una rebelión contra el concepto tradicional de divinidad.

En su libro “Born in Blood”, John J. Robinson argumenta que las acusaciones contra la Masonería tienen raíces políticas y religiosas. Según él, la Masonería representaba un desafío para las instituciones que buscaban mantener un control absoluto sobre el pensamiento humano.

Arturo de Hoyos, en su análisis de los rituales masónicos, enfatiza que la Masonería no tiene ninguna conexión con el satanismo. Señala que los malentendidos surgen de lecturas superficiales y tergiversaciones de textos masónicos.

Albert Pike, un destacado masón del siglo XIX, es frecuentemente citado fuera de contexto para vincular la Masonería con el satanismo. Sin embargo, sus escritos buscan explicar conceptos esotéricos y simbólicos desde una perspectiva filosófica, no religiosa o demoníaca.

Desde un enfoque masónico, estas acusaciones no solo son infundadas, sino que reflejan un temor hacia el pensamiento libre y la tolerancia.

“La Masonería enseña que el verdadero mal no radica en figuras mitológicas, sino en la ignorancia, el fanatismo y la falta de virtud. Los masones trabajan para iluminar la mente y el espíritu, alejándose de cualquier forma de oscuridad, ya sea simbólica o literal”

La construcción de un “templo interior” —uno de los conceptos fundamentales de la Masonería— implica erradicar los vicios y defectos personales para construir una vida guiada por la luz de la razón, la ética y la sabiduría. En este sentido, la Masonería no solo rechaza el satanismo, sino que se posiciona como una fuerza opuesta a todo aquello que promueva el desorden y la destrucción.

“La asociación de la Masonería con el satanismo es un mito nacido de la ignorancia, los prejuicios y la desinformación”

A través del estudio, la reflexión y la búsqueda de la verdad, es posible desmantelar estas falsas creencias. Como masones, tenemos la responsabilidad de difundir la luz del conocimiento y el entendimiento, recordando siempre que los verdaderos enemigos de la humanidad son la ignorancia y el fanatismo.

La Masonería, en su esencia, no adora al diablo ni practica rituales oscuros. Su labor se basa en construir puentes de fraternidad, iluminar mentes y fomentar la armonía entre los hombres. Al enfrentar estas acusaciones, reafirmamos nuestro compromiso con la verdad, la libertad y el progreso espiritual de la humanidad.