Charles Bukowski

“No luches contra tus demonios. Tus demonios están aquí para enseñarte lecciones. Siéntate con tus demonios y toma una copa y una charla y aprende sus nombres y habla de las quemaduras en sus dedos y arañazos en sus tobillos. Algunos de ellos son muy agradables”

Charles Bukowski, con su estilo crudo y profundamente humano, nos invita a reconsiderar nuestra relación con los aspectos oscuros de nuestra psique. En lugar de rechazar o combatir a nuestros “demonios”, sugiere un enfoque de aceptación y diálogo, planteando que esas sombras internas tienen valiosas lecciones que enseñarnos. Desde el enfoque masónico, esta reflexión resuena con los principios del autoconocimiento, la transmutación interna y la integración de los opuestos, elementos esenciales en la búsqueda del perfeccionamiento del ser humano.

Los demonios como símbolos del inconsciente

El término “demonios” en este contexto no debe entenderse como entidades externas malévolas, sino como metáforas de: Miedos, traumas y deseos reprimidos: Elementos de nuestra psique que evitamos confrontar. Aspectos de la sombra (Carl Jung): Aquellas partes de nosotros mismos que hemos relegado al inconsciente por considerarlas incompatibles con nuestra identidad consciente.

Desde la mirada masónica, estos “demonios” pueden ser vistos como la “piedra bruta” que debemos pulir para construir el templo interior.

Bukowski sugiere que estas sombras internas no son meramente obstáculos, sino maestros. Este enfoque coincide con el pensamiento de filósofos como el de Friedrich Nietzsche. Quien afirmaba que el sufrimiento y la confrontación con lo oscuro son necesarios para alcanzar la grandeza, encapsulado en su frase: “Lo que no me mata, me hace más fuerte” En tanto Arthur Schopenhauer; Para quien el dolor y el conflicto son inherentes a la existencia, pero también son el motor del desarrollo espiritual.

“En el camino masónico, reconocer estas lecciones es fundamental para avanzar hacia la luz, pues sin enfrentar nuestras sombras, la iniciación espiritual queda incompleta”

En lugar de luchar contra nuestros demonios, Bukowski nos propone dialogar con ellos. Esta idea encuentra eco en Carl Jung; Quien afirmaba que “lo que resistes, persiste; lo que aceptas, se transforma” La integración de la sombra es clave para alcanzar la totalidad del ser. Heráclito; Para quien el conflicto y la unidad de los opuestos son esenciales en el flujo natural de la vida “La guerra es el padre de todas las cosas.

“Desde una óptica masónica, este diálogo simboliza la reconciliación de los opuestos, representada por la dualidad de la escuadra y el compás, que buscan armonizar las fuerzas contrarias en el ser humano”

En los rituales masónicos, el viaje del iniciado incluye enfrentarse a la oscuridad, no para destruirla, sino para comprenderla y superarla. Este proceso es paralelo al mensaje de Bukowski;  En su iniciación, el candidato enfrenta sus miedos y limitaciones, los “demonios” que debe reconocer para transformarse. La labor masónica implica un trabajo constante de introspección y equilibrio entre las fuerzas internas.

En la frase de Bukowski, compartir una copa con los demonios simboliza una aceptación profunda y un acto de reconciliación. Este acto recuerda: El cáliz en la alquimia: Símbolo de la transformación espiritual y la unión de opuestos. El festín simbólico: En muchas tradiciones, la comida o bebida compartida representa un pacto de paz.

En masonería, la copa podría interpretarse como el crisol donde se forjan las verdades más profundas del alma, un recordatorio de que incluso nuestras sombras tienen algo valioso que aportar a nuestra construcción interior.

Conocer los nombres de nuestros demonios, como sugiere Bukowski, implica: Nombrar un aspecto de nuestra sombra es el primer paso para integrarlo. Al conocer sus historias, dejamos de temerlos como algo externo y comprendemos que son parte de nuestra experiencia humana.

Este proceso se alinea con la labor masónica de identificar las imperfecciones de nuestra “piedra bruta” para pulirla con herramientas de sabiduría, voluntad y amor fraternal.

La masonería nos enseña que la luz solo se encuentra al atravesar la oscuridad. Nuestros demonios no son obstáculos que debemos destruir, sino energías que podemos transformar: La piedra bruta simboliza nuestras imperfecciones, y el trabajo sobre ella representa la transmutación del ser. Enfrentar nuestros demonios nos ayuda a comprendernos mejor y avanzar hacia la verdad.

El trabajo masónico no es solo individual; la Logia proporciona un espacio de apoyo fraternal donde los hermanos pueden compartir sus cargas y encontrar fuerza en la unión. En este sentido: La fraternidad actúa como un espejo donde podemos ver reflejadas nuestras sombras y virtudes. El egrégor de la Logia amplifica las fuerzas positivas que ayudan en la integración de nuestros demonios.

El mensaje de Bukowski, interpretado desde una óptica masónica, nos recuerda que el viaje hacia la perfección espiritual no implica eliminar nuestras sombras, sino aprender de ellas y transformarlas. La lucha contra los demonios internos es inútil si no comprendemos que son una parte esencial de nuestro ser. Dialogar con ellos, conocer sus nombres y entender sus historias nos permite trascender nuestros límites y avanzar en la construcción de nuestro templo interior.

Como masones, esta lección nos desafía a profundizar en nuestra labor de introspección y transmutación, recordándonos que la verdadera luz solo se encuentra al aceptar la oscuridad que llevamos dentro. Así, los “demonios” dejan de ser enemigos y se convierten en aliados en nuestro camino hacia la virtud, la sabiduría y la libertad.