“El conocimiento que no se transforma en acción es inútil”
La frase atribuida a Abu Bakr al-Razi, célebre filósofo, médico y alquimista persa del siglo IX, encierra una profunda lección que resuena con los principios fundamentales de la masonería. Y nos invita a reflexionar sobre la relación intrínseca entre el saber y la práctica, y cómo esta dualidad conforma el progreso personal y colectivo. Desde una mirada masónica, esta máxima no solo subraya la importancia del conocimiento como herramienta, sino también la necesidad de ponerlo al servicio del bien común, como un deber ético y trascendental.
El conocimiento como piedra bruta
En la masonería, el conocimiento es frecuentemente comparado con la piedra bruta, esa materia prima que el aprendiz debe trabajar y pulir. Sin acción, el conocimiento permanece inerte, careciendo de forma y propósito. Al-Razi, como hombre de ciencia y razón, entendió que el saber no tiene valor si no se aplica para transformar la realidad.
“De manera similar, el masón debe tomar las enseñanzas simbólicas, filosóficas y prácticas de su logia y llevarlas al mundo profano para generar cambio y evolución”
La piedra bruta simboliza el potencial latente en cada ser humano, pero solo a través del esfuerzo consciente y sostenido —es decir, la acción— puede convertirse en una obra maestra. Así, la masonería nos recuerda que el conocimiento por sí mismo es solo un medio, no un fin.
El triángulo masónico: Sabiduría, Fuerza y Belleza
La frase de Al-Razi encuentra eco en el simbolismo del triángulo masónico, cuyos tres vértices representan la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Cada elemento de este triángulo implica una interacción dinámica entre el pensamiento y la acción:
- Sabiduría: El conocimiento y la reflexión.
- Fuerza: La acción y la voluntad de transformar el entorno.
- Belleza: El resultado armónico de la unión entre la Sabiduría y la Fuerza.
“El masón que acumula sabiduría sin actuar carece de Fuerza y no puede contribuir a la creación de Belleza. Esto convierte su aprendizaje en algo estéril, carente de impacto”
La alquimia de la acción: transformar el conocimiento en virtud
Al-Razi, como alquimista, buscaba transformar metales comunes en oro. En un sentido masónico, esta búsqueda es un símbolo de la transformación espiritual: el conocimiento debe ser aplicado para transmutar nuestras imperfecciones en virtudes.
La acción como deber ético
En el marco masónico, la acción derivada del conocimiento no es opcional, sino un imperativo ético. El masón no puede limitarse a aprender rituales o estudiar símbolos; debe vivirlos, llevarlos al mundo profano y trabajar para la mejora de sí mismo y de la humanidad.
El filósofo masónico Krause nos recuerda que
“el conocimiento verdadero es aquel que guía al individuo hacia el cumplimiento del bien.”
Así, cada acción basada en el conocimiento debe orientarse hacia el perfeccionamiento moral y social.
El equilibrio entre teoría y práctica: El trabajo masónico
El lema masónico “Ordo ab Chao” (orden a partir del caos) se manifiesta plenamente en la acción transformadora. Sin embargo, esta acción no puede ser ciega; debe estar guiada por principios éticos y conocimientos sólidos. Aquí reside el equilibrio entre teoría y práctica:
- Teoría sin práctica: Genera inacción, acumulando saber sin propósito.
- Práctica sin teoría: Puede conducir al error y al desorden, careciendo de dirección.
El trabajo masónico consiste en unir ambas dimensiones, guiado por el simbolismo y la luz que emana de las enseñanzas de la Orden. Como bien lo expresa René Guénon,
“la masonería es un camino operativo; el masón trabaja sobre sí mismo y sobre el mundo.”
El conocimiento en la actualidad: Reflexiones masónicas
En un mundo inundado de información, la advertencia de Al-Razi adquiere una relevancia crítica. La masonería, como institución iniciática y filosófica, nos insta a discernir entre el conocimiento útil y el superfluo. Hoy, más que nunca, es esencial aplicar los principios aprendidos para abordar los desafíos de nuestra época:
- El combate contra la ignorancia: El masón tiene el deber de promover la educación y la difusión del conocimiento. Sin embargo, esto debe ir acompañado de acciones concretas que permitan a otros beneficiarse de ese saber.
- La lucha contra la apatía: En tiempos de injusticias sociales y crisis ambientales, la inacción es una forma de complicidad. El masón debe ser un ejemplo de compromiso activo con los ideales de libertad, igualdad y fraternidad.
- El uso ético del conocimiento: En un mundo donde el conocimiento se usa a menudo para manipular o dominar, la masonería enseña que debe estar al servicio de la construcción de una sociedad más justa y armónica.
La luz en acción
La frase de Abu Bakr al-Razi es un recordatorio universal de que el verdadero valor del conocimiento reside en su capacidad para transformar al individuo y al mundo. Desde la mirada masónica, esta transformación es el propósito último del trabajo en la logia:
“Convertir el saber en acción, la acción en virtud y la virtud en progreso”
Como masones, estamos llamados a ser faros de luz, no solo acumulando conocimientos, sino aplicándolos para construir un mundo mejor. En cada acción consciente, guiada por los principios éticos de la Orden, encontramos la clave para pulir nuestra piedra y contribuir al gran edificio de la humanidad. Solo entonces, el conocimiento deja de ser inútil y se convierte en una herramienta para la evolución espiritual y social.