“Lo que hacemos sólo para nosotros, muere con nosotros; lo que hacemos para los demás y para el mundo, permanece y es inmortal”
El enunciado de Albert Pike, encierra un profundo mensaje de servicio y trascendencia que resuena en los valores fundamentales de la masonería.
El valor del servicio y el desinterés en la masonería
En la tradición masónica, el concepto de servicio es central. Los masones están llamados a trabajar no solo para su propio beneficio, sino para el bien de la humanidad. Esta idea se relaciona directamente con la frase de Pike, que sugiere que las acciones egoístas —aquellas que solo buscan la gratificación personal— son efímeras y limitadas a la vida del individuo. Sin embargo, las acciones desinteresadas, aquellas que están orientadas hacia los demás, trascienden la muerte y dejan una huella permanente en el mundo.
En este sentido, el trabajo de los masones puede verse como una construcción simbólica de un “templo interior” que no solo beneficia al individuo, sino que contribuye a la mejora de la sociedad. La metáfora de la construcción de un templo, ampliamente utilizada en la masonería, simboliza el esfuerzo colectivo por edificar un mundo mejor, más justo y más iluminado. Las piedras que los masones trabajan no son solo piedras físicas, sino las virtudes y los valores que se inculcan en la humanidad a través del servicio y la dedicación al prójimo
La inmortalidad simbólica en la masonería
Pike hace una distinción clara entre lo que muere y lo que es inmortal, y esta idea está profundamente enraizada en la filosofía masónica. La masonería enseña que, aunque el cuerpo físico es mortal, las acciones virtuosas y los principios morales tienen la capacidad de trascender el tiempo. Esta trascendencia puede interpretarse como una forma de inmortalidad simbólica, donde el legado de un individuo vive a través de sus acciones y contribuciones a la sociedad.
El altruismo como virtud masónica
La frase de Pike también toca un aspecto fundamental de la ética masónica: el altruismo. Para la masonería, el ser humano tiene la responsabilidad de actuar de manera desinteresada, guiado por principios de fraternidad, caridad y filantropía. Esta es una expresión del amor al prójimo, un principio que ha sido parte de la tradición masónica desde sus inicios y que se refleja en la práctica de la caridad y en el compromiso con la mejora de la humanidad.
Albert Pike, como uno de los pensadores más influyentes de la masonería moderna, subrayó la importancia de la virtud del altruismo. En su obra “Morals and Dogma”, Pike aborda cómo el verdadero masón debe vivir no para sí mismo, sino para el servicio de los demás. Este servicio es visto como un deber que va más allá de cualquier beneficio personal. El masón no busca recompensa material o reconocimiento público; su motivación proviene del deseo de contribuir al bienestar de su comunidad y, por extensión, al mundo.
El simbolismo de la obra para los demás y el legado
El enunciado de Pike también resuena con el simbolismo masónico relacionado con la construcción. La masonería operativa —de donde surge la masonería especulativa— se centraba en la construcción de catedrales y otros edificios monumentales que estaban destinados a durar más allá de la vida de sus constructores.
“De igual manera, las acciones que un masón realiza en beneficio de los demás son como las piedras que colocan en una estructura mayor, una obra que continuará mucho después de que el individuo haya muerto”
El legado es un tema crucial en la filosofía masónica. Los masones son alentados a pensar no solo en su vida presente, sino en el impacto que dejarán en las futuras generaciones. Esta conciencia del legado es una forma de inmortalidad simbólica. Al actuar para el bien común, el masón contribuye a la construcción de un mundo mejor, y esas contribuciones permanecen vivas en el recuerdo de la sociedad y en los beneficios que generan para otros.
La masonería y la inmortalidad espiritual
Además de la inmortalidad simbólica que proviene del legado de las buenas acciones, la masonería también promueve una idea de inmortalidad espiritual. En muchos de sus rituales y enseñanzas, la masonería sugiere que el alma humana es inmortal y que nuestras acciones en este mundo tienen un impacto no solo en nuestra vida presente, sino también en nuestra existencia futura.
Pike, como líder del Rito Escocés, estaba profundamente influenciado por el simbolismo esotérico y espiritual. En su visión, la búsqueda de la inmortalidad no se limitaba a la preservación del recuerdo a través de las acciones, sino que también implicaba una conexión con lo trascendental, con el “Gran Arquitecto del Universo”. En este contexto, las acciones que se realizan para el beneficio de los demás no solo son inmortales en el plano material o simbólico, sino también en el plano espiritual, ya que están en sintonía con los principios divinos de amor y servicio.
El egoísmo y su mortalidad
La otra cara del mensaje de Pike es la mortalidad de las acciones egoístas. Aquello que se hace solo para beneficio propio, sugiere Pike, no deja una huella duradera. Esta noción se relaciona con la crítica masónica al individualismo exacerbado y al materialismo. En un mundo donde prevalece la búsqueda de la gratificación personal y la acumulación de riquezas, Pike nos recuerda que esas acciones, aunque puedan ofrecer satisfacción temporal, carecen de una verdadera trascendencia.
Este enfoque es también un llamado a la humildad. Los masones son recordados de que la gloria personal y el orgullo excesivo son ilusorios. Las riquezas materiales y los logros mundanos no tienen el poder de inmortalizar a una persona, ya que no están construidos sobre bases sólidas de virtud y servicio.
“Solo a través de la dedicación a los demás y el sacrificio personal puede uno alcanzar una forma de inmortalidad”
El compromiso con la mejora del mundo
Finalmente, la frase de Pike llama a un compromiso activo con la mejora del mundo. Este principio es central en la misión de la masonería, que busca “hacer buenos hombres”. Los masones no solo están llamados a mejorarse a sí mismos, sino también a mejorar su entorno, sus comunidades y el mundo en general.
El enfoque masónico en la fraternidad y el trabajo colectivo es una expresión de este principio. La idea es que, trabajando juntos, los masones pueden construir un mundo mejor, basado en los valores de justicia, igualdad y fraternidad. Las acciones que se realizan en nombre de estos valores no mueren con el individuo, sino que siguen teniendo un impacto positivo mucho después de su partida.
Conclusión
El enunciado de Albert Pike refleja profundamente los ideales masónicos de servicio, trascendencia e inmortalidad. La masonería enseña que las acciones que realizamos solo para nuestro propio beneficio son pasajeras y mortales, mientras que las acciones desinteresadas, orientadas hacia el bien común, tienen la capacidad de perdurar y trascender el tiempo. Este mensaje no solo resuena con los valores fundamentales de la masonería, sino que también ofrece una guía ética para la vida, invitando a los masones y a la humanidad en general a actuar con altruismo, a contribuir al bienestar de los demás y a dejar un legado duradero.
“Lo que hacemos por los demás es lo que nos acerca a la inmortalidad simbólica y espiritual, tanto en este mundo como en el más allá”