La plomada es uno de los símbolos más antiguos y universales que la humanidad ha utilizado para construir, no solo en el sentido literal, sino también en el sentido metafórico y espiritual. En la Masonería, la plomada es un instrumento esencial, cargado de múltiples significados simbólicos que trascienden su función práctica en la construcción.
El instrumento y su significado operativo
En su origen, la plomada es un simple pero eficaz instrumento de construcción, compuesto por una cuerda o hilo y una pesa que, debido a la gravedad, permite al albañil verificar si una estructura o superficie está perfectamente vertical. Desde tiempos inmemoriales, la plomada ha sido utilizada para asegurar la estabilidad y rectitud de los edificios, lo cual la convierte en un instrumento crucial para garantizar que las edificaciones sean firmes y perdurables.
Para el masón operativo —aquellos albañiles medievales que erigían grandes catedrales y otras edificaciones— la plomada simbolizaba la perfección en el trabajo físico, la precisión en la tarea de construir templos que duraran siglos. La plomada servía como guía para erigir muros rectos, asegurando que cada piedra estuviera colocada en su lugar adecuado y cumpliendo su función dentro de un todo más grande. Sin embargo, al evolucionar la masonería hacia una fraternidad especulativa, el significado de la plomada adquirió una dimensión más profunda, pasando de ser un mero instrumento de construcción a un símbolo de rectitud moral y espiritual.
La plomada en la masonería especulativa
Dentro de la Masonería especulativa, la plomada es un símbolo central de la rectitud moral y la búsqueda de la verdad. La plomada, que siempre apunta hacia el centro de la tierra debido a la fuerza de la gravedad, nos recuerda que los masones deben orientarse hacia la verdad y la justicia, permaneciendo fieles a sus principios en todo momento.
Este simbolismo de orientación recta se amplía en el contexto del Templo interior que todo masón está llamado a construir dentro de sí mismo. Así como los masones operativos utilizaban la plomada para asegurar que los muros de una catedral fueran verticales y sólidos, los masones especulativos utilizan el símbolo de la plomada para mantener su conducta personal en línea con los principios masónicos de virtud, justicia y verdad. La plomada nos invita a examinar nuestra vida y nuestras acciones, asegurándonos de que estén alineadas con una moral elevada, similar a cómo el instrumento físico asegura que las paredes de una estructura estén alineadas correctamente.
La plomada y la rectitud moral
Uno de los principales significados de la plomada es la rectitud moral. En la Masonería, la rectitud moral no solo implica actuar correctamente dentro del marco de las leyes y normas sociales, sino también guiarse por principios internos que están más allá de las leyes terrenales. Es un compromiso con la verdad y la justicia, valores que no deben ser negociables para el verdadero masón.
La plomada nos recuerda que debemos evitar las desviaciones del camino correcto, ya sea por intereses egoístas, tentaciones materiales o presiones externas. Así como un muro construido sin plomada puede inclinarse y eventualmente derrumbarse, una vida sin principios firmes corre el riesgo de desviarse hacia la corrupción moral o la falta de integridad. El masón, al reflexionar sobre la plomada, se recuerda a sí mismo que debe mantenerse firme y recto, tanto en su vida pública como privada, guiado por la verdad universal.
El concepto de la rectitud en la masonería también tiene connotaciones más profundas relacionadas con el crecimiento personal. La plomada nos enseña que el proceso de desarrollo del carácter masónico es continuo y progresivo. Debemos evaluar constantemente nuestras acciones, pensamientos y decisiones, ajustando el curso de nuestra vida de acuerdo con la verdad y los principios morales.
La plomada y la búsqueda de la verdad
La búsqueda de la verdad es uno de los pilares fundamentales de la masonería. En este contexto, la plomada simboliza la necesidad de que el masón mantenga una orientación constante hacia la verdad, sin desviarse por falsedades o ilusiones. La plomada siempre apunta hacia abajo, hacia el centro de la Tierra, lo que representa la idea de que la verdad es objetiva y universal, no relativa o dependiente de opiniones personales o subjetivas.
El uso de la plomada como símbolo de la búsqueda de la verdad también tiene una connotación espiritual. En la tradición masónica, se entiende que la verdad no es algo que puede ser alcanzado fácilmente o sin esfuerzo. Al igual que la plomada requiere paciencia y precisión para determinar si una estructura es recta, la verdad también requiere una búsqueda diligente, honesta y meticulosa. El masón, al utilizar la plomada como símbolo, se compromete a buscar la verdad en todos los aspectos de su vida, ya sea en lo material, lo moral o lo espiritual.
La plomada como símbolo de justicia
Otro aspecto central del simbolismo de la plomada es su asociación con la justicia. En este sentido, la plomada nos recuerda que la justicia no debe inclinarse ni desviarse. Así como la plomada nos asegura que una estructura es recta y equilibrada, la justicia debe ser imparcial, recta e inamovible. En la Masonería, la justicia es uno de los cuatro pilares cardinales, junto con la prudencia, la templanza y la fortaleza.
La justicia en el simbolismo masónico no solo se refiere al sistema legal o a la equidad en la sociedad, sino también a la justicia interior que el masón debe aplicar en su propia vida. La plomada enseña que debemos ser justos en nuestro trato con los demás, pero también en la forma en que nos juzgamos a nosotros mismos. Ser justos con uno mismo implica ser honestos acerca de nuestras fallas y virtudes, y estar dispuestos a corregir el rumbo cuando sea necesario.
En este sentido, la plomada también está conectada con la humildad. Nos recuerda que, para alcanzar la verdadera justicia y rectitud, debemos ser conscientes de nuestras propias limitaciones y estar dispuestos a aprender y mejorar continuamente.
La plomada y la espiritualidad
La plomada no solo tiene un simbolismo ético y moral, sino también espiritual. En la masonería, la construcción del Templo interior, que representa el perfeccionamiento del ser, está orientada no solo a la rectitud moral, sino también al crecimiento espiritual. La plomada, en este contexto, nos enseña que el proceso de elevación espiritual requiere equilibrio y alineación con los principios universales.
Así como la plomada mantiene una relación constante con el centro de la Tierra, el masón debe mantener una relación constante con los principios espirituales que guían su vida. La plomada es, por lo tanto, un recordatorio de que la espiritualidad no es algo abstracto o distante, sino que debe estar firmemente anclada en la realidad de nuestras acciones y decisiones diarias.
La plomada, como símbolo masónico, es mucho más que un simple instrumento de construcción. Representa la rectitud moral, la búsqueda de la verdad, la justicia imparcial y el equilibrio espiritual. Es un recordatorio constante para el masón de que su vida debe ser construida con precisión, integridad y dedicación, tal como los antiguos albañiles construían catedrales que perduraban a lo largo de los siglos.
En última instancia, la plomada simboliza el proceso continuo de crecimiento y perfección personal que cada masón debe emprender. Nos recuerda que la vida, al igual que una construcción, debe ser equilibrada y alineada con principios universales, si queremos que sea sólida, duradera y significativa. Como masones, la plomada nos invita a evaluar constantemente nuestras vidas y nuestras acciones, asegurándonos de que permanecemos firmes en nuestro compromiso con la verdad, la justicia y la espiritualidad.