“El viejo gato y el fantasma”

 

Era un gato viejo y negro, que tenía algunos años viviendo en ese cementerio, conocía todas las tumbas y con gran orgullo podía decir que ya había dormido varias siestas en muchas de ellas.

Pero hubo un día en que el viejo minino contempló un extraño suceso, había un fantasma sentado encima de una de las lápidas de aquel cementerio.

El gato contempló al fantasma, pero el fantasma sólo contemplaba el cielo.

Fueron varios los días y las semanas en las que el fantasma se la pasaba sentado viendo al firmamento, ya fuera de noche o en un día muy nublado. El viejo gato también buscaba en el cielo aquello que con tanta fascinación tenía embobado al fantasma, pero el gato nunca logró encontrar nada que fuera peculiar para sus gatunos ojos.

Pasaron uno y dos años, tres y cuatro más… y el gato se volvió más lento y dormilón. El fantasma en cambio seguía como estaba y donde estaba, con la cabeza apuntando hacia el cielo y sentado encima de aquella tumba.

Un cierto día en que hacía mucho frío y mucha neblina, el gato sintió sus huesos congelados, también cansados, caminaba lento y tenía mucho, mucho sueño, tanto como no había tenido en toda su vida. Decidió que tomaría una siesta, llego a una tumba, dio un par de vueltas en círculo y cayó rendido. El gato comenzó a temblar y se dio cuenta que no se despertaría más, abrió por última vez sus ojos y miró con asombro que la tumba que había escogido para tener su última siesta era la de aquel fantasma que ya no seguía viendo el cielo, ahora lo veía a él. El fantasma entonces extendió una de sus manos y acarició al gato y el gato dejó de temblar, ya no tuvo frío.

Ese día nublado se escuchó algo en aquel cementerio y si hubiera habido alguien más a parte de los muertos lo hubiera escuchado con facilidad.

“Te esperé durante mucho tiempo mi despistado y dormilón minino”.

 

 

El relato del viejo gato y el fantasma en el cementerio puede ser interpretado en términos de los principios, símbolos y enseñanzas de la masonería. Este trabajo enfatiza la dualidad de la vida y la muerte, la paciencia, la trascendencia y el viaje hacia la iluminación, todos elementos fundamentales en la filosofía masónica.

En la masonería, la dualidad es un tema recurrente, representado en símbolos como el sol y la luna, la luz y la oscuridad. El viejo gato representa la vida transitoria, llena de curiosidad y experiencias sensoriales, mientras que el fantasma encarna la constancia de la muerte, que es inmutable y eterna. Esta dualidad refleja la enseñanza masónica de que la vida y la muerte son dos aspectos de un mismo ciclo natural, donde la muerte no es el fin, sino una transición hacia otra forma de existencia

El fantasma que contempla el cielo simboliza la paciencia y la contemplación, virtudes muy valoradas en la masonería. Los masones aprendemos que la búsqueda de la verdad y la sabiduría requiere paciencia y una disposición para la contemplación. El fantasma, con su calma infinita, personifica este ideal, enseñando que hay valor en esperar y observar, en lugar de siempre buscar activamente. Esta espera paciente del fantasma también puede ser vista como una metáfora de la búsqueda del conocimiento masónico, que es un proceso gradual y continuo.

 

“La Relación Entre Vida y Muerte”

La interacción final entre el gato y el fantasma puede interpretarse en términos de la reconciliación entre la vida y la muerte. En la masonería, la muerte no es vista con temor, sino como un paso necesario en el viaje del alma. Cuando el gato, en su último momento, encuentra consuelo en la caricia del fantasma, se simboliza la paz y la aceptación de la muerte. El fantasma, al ofrecer consuelo, representa la sabiduría y la serenidad que la muerte trae consigo, un concepto reflejado en los rituales masónicos que abordan la mortalidad y el viaje del alma.

 

“La Eternidad y la Trascendencia”

La espera del fantasma por el gato durante tanto tiempo y la eventual caricia consoladora son símbolos de la eternidad y la trascendencia, principios fundamentales en la filosofía masónica. La frase del fantasma, “Te esperé durante mucho tiempo mi despistado y dormilón minino”, sugiere un amor y un afecto eterno, una continuidad que trasciende el tiempo y la muerte. En la masonería, esto puede interpretarse como la búsqueda de la inmortalidad espiritual y la creencia en la continuidad del alma más allá de la vida terrenal.

 

“La Naturaleza del Alma y la Conciencia”

El relato también invita a reflexionar sobre la naturaleza del alma y la conciencia, conceptos que son centrales en la filosofía masónica. El fantasma, que espera y observa, representa la conciencia que persiste después de la muerte. La interacción final con el gato sugiere que el alma no solo continúa existiendo, sino que también puede interactuar y proporcionar consuelo. En la masonería, esto refleja la creencia en una conciencia superior y la idea de que los seres humanos pueden alcanzar un estado de iluminación y comprensión más allá de la vida física.

 

“Simbolismo Masónico en el Relato”

Varios elementos del relato pueden ser interpretados simbólicamente desde una visión masónica:

El Cementerio: Simboliza el lugar de descanso final y el punto de transición entre la vida y la muerte. En la masonería, los cementerios son lugares de reflexión sobre la mortalidad y la eternidad.

El Cielo: Representa la aspiración hacia lo divino y lo desconocido. La contemplación del cielo por el fantasma puede verse como una búsqueda de la verdad y la sabiduría superiores.

La Caricia del Fantasma: Simboliza la consolación y la aceptación de la muerte, un recordatorio de que la muerte es un paso hacia una mayor comprensión y paz.

 

 

Desde una mirada masónica, el relato del viejo gato y el fantasma es una rica alegoría de la dualidad de la vida y la muerte, la paciencia, la contemplación, la eternidad y la naturaleza del alma. A través de esta historia, se reflejan los principios masónicos de la búsqueda de la verdad, la aceptación de la muerte como una transición natural, y la creencia en la continuidad y trascendencia del alma. Este cuento no solo ofrece consuelo ante la mortalidad, sino que también inspira una reflexión profunda sobre el viaje espiritual y la búsqueda de la iluminación.