Ingresar a la Masonería no implica automáticamente el desarrollo de la espiritualidad masónica en cada iniciado. Alcanzar este desarrollo requiere un compromiso personal para transformar todos los aspectos psicológicos hacia la visión universal que la Masonería ofrece. Dicho de otro modo, es el aprendizaje masónico lo que hace al masón.
Este camino, exigente y comprometido, implica que a medida que evoluciona el espíritu masónico en la persona, aumentan las responsabilidades y desaparecen las apariencias de los derechos.
Aunque el camino pueda parecer extraño y desconocido, está abierto para todos los que ingresan a la Hermandad. Sin embargo, solo aquellos que comprenden el significado de los símbolos logran traspasar el umbral iniciático. Para lograrlo, no se debe ambicionar grados ni cargos, ya que son simbólicos. Más bien, el adepto debe retirarse con frecuencia a su cuarto de reflexiones para concentrar la mente y consolidar el espíritu masónico.
El aprendizaje masónico
El simple hecho de ingresar a la Masonería no asegura el desarrollo de las cualidades inherentes en la persona que se une a esta fraternidad. A pesar de la membresía, algunos hermanos distan mucho de exhibir comportamientos auténticamente masónicos. ¿Por qué, entonces, la afiliación a la Masonería no garantiza la formación del carácter?
A primera vista, esta organización puede parecer similar a otras, donde la membresía se establece mediante un ingreso, pero este acto no implica necesariamente una verdadera iniciación. El ingreso representa un formalismo de apertura fraternal y una condición legal, mientras que la iniciación es una cualidad esotérica única de la Masonería. Se trata de un proceso vital que demanda una transformación gradual, una evolución, siguiendo la metodología de la teoría esotérica de la Organización.
Aprender el secreto masónico
Algunas personas se unen a la Hermandad con la expectativa de descubrir el elusivo “secreto masónico”, sumergiéndose en la lectura profunda de libros en busca de conocimiento. Sin embargo, la auténtica cualidad masónica no se encuentra simplemente en la acumulación de información; el esoterismo es, más bien, una tecnología, una ciencia aplicada para alcanzar un objetivo específico, en este caso, ser masón.
Es crucial entender que conocer no es lo mismo que aprender. El conocimiento forma parte del mundo contemplativo, pero no necesariamente implica un verdadero entendimiento. Aristóteles afirmaba en su Metafísica: “Todos los hombres desean naturalmente saber”.
En este contexto, el deseo se refiere al apetito, es decir, al gusto final de una tentación. Si el saber se apetece, es porque este conocimiento no pertenece únicamente al ámbito “contemplativo”, sino que es un sustento esencial para la vida. La transición del saber al aprendizaje implica la experiencia vivencial.
La vivencia del conocimiento constituye el estilo de vida del masón. Más que acumular conocimientos, implica utilizarlos de manera inteligente en la vida cotidiana. Sin embargo, para aprender, es esencial aprender a aprender.
Esta definición circular sugiere que aquel que ingresa debe estar dispuesto a una transformación personal, ya que la Masonería tiene como misión principal enseñar la ley de la evolución. Todo en ella gira en torno a un progreso gradual de la oscuridad a la luz.
Conclusiones
Sus ceremonias simbolizan viajes circulares, marcando ciclos evolutivos desde Occidente hacia Oriente, es decir, desde la oscuridad hacia la luz. Cuando esta actitud se adopta más allá de la formalidad de la membresía, cuando se dejan de lado supuestos, dogmas y prejuicios, el hermano está en camino de ser masón; de lo contrario, no encontrará diferencia con otras organizaciones sociales y dejará de ser verdaderamente masón.